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¿Me equivoqué yo?

Por Dona Wiseman

Oímos con frecuencia que hay que aprender de los errores. Más bien, pienso que hay que usarlos. Así como dice arriba (frase encontrada por allí). Los errores no desaparecen, ni los efectos de ellos tampoco. Por más que he intentado, siguen allí, y siguen las secuelas junto con nuestra reacción ante los errores propios: de vergüenza, pena, enojo o hasta miedo. Cada persona reacciona de manera propia. Yo uso la tan mentada “barrida bajo alfombra”. ¡Literal! Por descuido se quemó un pedazo de alfombra en mi consultorio y lo tapé con otra alfombra. Ahora que lo pienso, hay algo de cínico en eso. Si eres como yo, el error o la falla es algo que temes sobre todo.

En inglés hay dos palabras que son casi sinónimos: mistake y error. Técnicamente no significan algo distinto, pero en contexto sí. En español, la lista de sinónimos de error es larga: confusión, equivocación, errata, fallo, falta, disparate, desacierto, equívoco, mentira, falsedad, inexactitud, yerro, descuido. De estos sinónimos, me parece que desacierto podría servir como segunda palabra para ilustrar los dos distintos tipos de errores.

Un error es una idea, opinión o expresión que una persona considera correcta pero que en realidad es falsa o desacertada. Es una acción que no sigue lo que es correcto, acertado o verdadero. Hay errores que se presentan repetidamente y que no son reconocidos por la persona que incurre en ellos. Son resultado de una falta de comprensión. El otro tipo de error es cuando una persona no utiliza correctamente algo que sí conoce. Con frecuencia, en este caso, la persona podrá corregirse de inmediato. Aquí podemos incluir los casos de despiste, cuando algo nos sale mal a pesar de que sabemos cómo se hace. También aquí se incluyen errores que se cometen a propósito, con un propósito.

No puedo culparme ni culpar a alguien de un error cometido por no saber la manera correcta, o lo que es correcto, a pesar de que estos errores sí tendrán sus consecuencias y a veces muy adversas. No siempre sabemos que no sabemos. No siempre tenemos conciencia suficiente para saber que estamos cometiendo un error. Si encuentro que mi manera de hacer algo no funciona, puedo imaginar que estoy en un error y tendré la opción de investigar y aprender una manera más acertada. Si alguien me ve haciendo algo de manera incorrecta, se abre la posibilidad de que esa persona intente enseñarme la manera correcta, si es que sabe, y si acepto que estoy en un error y permito que otro me guíe.

Hay muchas cosas, actitudes y experiencias que influyen en el proceso de corregir errores y re-educar desaciertos. A mí me es muy difícil aceptar mis errores. ¡Qué diga aceptar! Es poco común que siquiera me cuestione o me deje cuestionar. Aún más me es difícil permitir que alguien me diga que estoy mal y aceptar que me enseñe otra manera, que me corrija. Pero no todas las personas son como yo. Hay quienes cometen errores prácticamente a propósito para que otros resuelvan por ellas y así no se tengan que responsabilizar de sí mismos.

Y luego existen esas personas que están abiertas a otras ideas y prueban, sin sentirse amenazadas y sin sentir que un error es algo fatal. Incorporan nuevas maneras de hacer las cosas en su vida y crecen constantemente. Su arsenal de opciones es amplio y variado, y aprenden por observación y experiencia cuál opción resuelve cada situación de mejor manera. Cuando yo sea grande, quiero ser así.

Dona Wiseman: Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.
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