¿Te has preguntado por qué siempre tiendes a acumular ciertas cosas? O ¿por qué no puedes dejar que no te afecte lo que otros piensen de ti?
Por Lorena Salas
En la medida en que nos atrevemos a soltar toda atadura a algo o alguien, podremos entonces encontrarnos con nosotros mismos y experimentar así una libertad absoluta.
¿Te has preguntado por qué siempre tiendes a acumular ciertas cosas? O ¿por qué no puedes dejar que no te afecte lo que otros piensen de ti? ¿por qué no puedes dejar las preocupaciones y enfocarte en lo verdaderamente importante? Estas y muchas otras cuestiones vienen a mi mente cuando pienso en todo aquello a lo que uno puede llegar a engancharse.
A veces, es común que llenemos “huecos” a través de alguna adicción, como por ejemplo la comida, y de pronto lo que parecía ser un gusto o un antojo por algo, se vuelve una compulsión, una búsqueda insaciable de obtener bienestar y tranquilidad, sin embargo, caemos en un ciclo sin fin en donde nos volvemos prisioneros de nosotros mismos.
¿Cuándo y cómo detener un apego? Creo que la respuesta varía de persona a persona, cada quien vive sus procesos de distinta manera. Algunos se enganchan en el pasado y no salen nunca de ahí, otros prefieren preocuparse por lo que aún no sucederá, y habrá quienes estén “atados” por eterna lealtad a alguna persona, hábito o cosa.
El abanico de posibilidades para engancharse a algo o alguien es inmenso y muchas veces lo hacemos por esos vacíos que tratamos de llenar, causados por lo general debido a nuestros miedos, carencias emocionales, angustias y baja autoestima.
Detectar cuando algo o alguien nos está haciendo daño es el primer paso para dejar ir, soltar todo aquello que nos ata y nos detiene a seguir adelante. Vinimos a esta vida a ser felices, a encontrar el gozo por el simple hecho de estar vivos y respirar, ¿de qué más se trata la vida?
En su libro La gran destreza, cómo dominar el arte del desapego, Leo Babauta, propone cinco pasos para practicar quitarnos de ataduras:
- Advertir las señales: Cuando te estás aferrando a algo que es doloroso, esto se muestra en varias pequeñas señales, síntomas como rabia y procrastinación. Observar esas señales cuando ocurren es la primera mini-destreza.
- Ver el ideal: ¿A qué ideal te estas aferrando que provoca esta señal?
- Ver el daño: ¿Esta el ideal causándote sufrimiento, dañando tu relación, impidiéndote ser feliz?
- Desapego con amor: Si el ideal está provocando daño, entonces desapegarte es un acto de amor y compasión.
- Ver la realidad: Ahora que te has desapegado del ideal, vuelca tu atención en la realidad y obsérvala tal y como es. Acéptala, y responde apropiadamente.
Nada es para siempre y como tal debemos afrontar que sólo nosotros podemos ver las cosas de manera distinta cuando detectamos las señales al engancharnos, ¿cómo? Tomando responsabilidad de lo que sentimos y dejar a un lado ideales o expectativas sobre cualquier situación.
“Cuando vemos esta naturaleza impermanente en todo alrededor de nosotros, en nosotros mismos, en nuestras vidas… nos damos cuenta de que nos hemos estado aferrando a nada. Es como usar tus manos para agarrar el viento. Y este aferrarse, este intentar agarrar algo que nunca es igual, que nunca está quieto… esta es la razón por la que sufrimos. Esto es por lo que tememos cosas, por lo que procrastinamos y buscamos distracciones, por lo que nos estresamos, nos enfadamos y frustramos”. (Babauta, Leo. La gran destreza, cómo dominar el arte del desapego, P.35).
Sólo nosotros somos los únicos responsables de ejercer el cambio, de permitirnos estar de otra manera, de reinventarnos y aceptar las cosas que no podemos cambiar. Cuando soltamos con plena conciencia, duele, pero nos liberamos, es una cosa por la otra, pero al final logramos trascender más allá de nuestro ego, esto a es a lo que yo llamo abrazar la vida.