Es importante que seamos honestos con nuestros hijos cuando no tengamos la respuesta o cuando no sabemos resolver cierta situación.
Por Paloma Castillo Silva
En una ocasión, una amiga interesada en hacer escuela en casa con su pequeña me hizo algunas preguntas y dudas que tenía al respecto y una de sus inquietudes era: “me da miedo sacarla de la escuela y que aprenda en casa porque yo no lo sé todo” y yo le respondí: “¿y tú crees que sus maestros en la escuela lo saben todo?”.
Al igual que en la casa, las maestras (y lo digo porque soy maestra también) no lo saben todo, sin embargo, eso no es un impedimento para guiar a nuestros hijos y alumnos hacia el aprendizaje.
Es importante que seamos honestos con nuestros hijos cuando no tengamos la respuesta o cuando no sabemos resolver cierta situación. Es totalmente válido dar como respuesta un “no lo sé” pero, a diferencia de algunos maestros, nosotros como padres mostramos más interés en investigar, buscar respuestas y satisfacer esa inquietud que nuestro pequeño está dando a conocer.
Efectivamente, los padres no lo sabemos todo, pero al igual que los pequeños, podemos aprender en el camino, en familia e ir acompañando a nuestros hijos en cada paso. Existen dos tipos de situaciones cuando hablamos de este asunto del “no saber”; por un lado están aquellas cosas que no sabemos, pero que podemos aprender a corto plazo o inmediatamente y que podemos solucionar con una investigación vía internet, con una serie de preguntas a algún especialista, con experimentación o con observación. Por ejemplo: “qué comen los gusanos”, “cómo tejer una bufanda”, “qué pasa si haces una mezcla de bicarbonato, maicena y agua”, etc… Y, por otro lado, aquellas situaciones que si podemos resolver pero que tendrían que ser a largo plazo y que no conviene esperar ya que nuestro pequeño seguramente perdería el interés. Por ejemplo: aprender un idioma, aprender a tocar algún instrumento, practicar alguna disciplina como gimnasia, ballet, karate, etc. En situaciones como estas, si nosotros como padres no somos especialistas o no tenemos conocimiento en dicha práctica, lo mejor es acudir con alguien que si lo sea ya que es conveniente tener la apertura de aceptar que no podremos satisfacer esa necesidad de aprendizaje que el niño está demostrando o al menos no a corto tiempo, y permitir así que otra persona intervenga.
Es por esta razón que las familias homeschoolers optamos en muchas ocasiones por complementar la escuela en casa con algunas clases o cursos que, en la mayoría de los casos, aportan grandes oportunidades de aprendizaje y complementan el desarrollo integral de nuestros chicos.
En nuestro caso, nuestra pequeña asiste a clases de inglés, ya que nosotros estamos precisamente en búsqueda de aprender dicho idioma, sin embargo, ella tenía ese gusto por el inglés y dado que es parte importante de su desarrollo y es una habilidad que puede abrirte muchos caminos tanto en cuestión laboral, como en cuestión cultural y social, hemos decidido no prolongar más la espera para aprender inglés. Ella asiste a una pequeña escuelita de inglés cerca de nuestra casa en donde aprenden a través del juego, el canto y el diálogo.
Nuestra pequeña ha bailado desde muy pequeña ya que ambos padres somos bailarines también, ella aprendió a bailar en casa y practica casi diario, pero hace tiempo ha decidido entrar a un grupo de danza folklórica ya que el trabajo grupal y el montaje escénico ha llamado mucho su atención, es mucho más atractivo de esa forma que cuando se hace en casa.
Hace unas semanas, ha pedido que le enseñemos gimnasia, pero ni papá ni yo tenemos habilidades para eso, así que le propusimos asistir a una escuela de gimnasia y ella ha aceptado, así que estamos buscando opciones para que pruebe asistir a practicar dicha disciplina.
Mi hija decía a sus 6 años que quería ser “experimentóloga”, ahora con 8 años, sigue en la misma idea, solo que ahora dice que será “química” y hablando de este asunto, hasta ahora, ella tiene la casa llena de “mugreritos”, botes con pintura, con vinagre, con bicarbonato, óxidos, tierra, pegamento, arena, alcohol, etc… tiene un rincón lleno de todo lo que se le antoje para elaborar experimentos, ella hace mezclas, provoca reacciones, congela cosas y hace pequeños inventos. Por lo pronto, sé que basta con los libros que tenemos en casa, con experimentos caseros y no tan caseros, con visitas al laboratorio, con libertad para ensuciar la casa y experimentar, sin embargo, sé que un día seguramente será necesario que trabaje con especialistas para lograr satisfacer a fondo todas sus curiosidades.
Es importante mencionar que debemos ser cautelosos cuando se trata de inscribirlos a algún curso y sugiero tomar en cuenta los siguientes aspectos:
- Que realmente sea de su interés y por sugerencia del niño y no de los padres.
- Conocer los contenidos de dicho curso o pedir una clase muestra para conocer la información que recibirá mi hijo.
- Comenzar con poco tiempo e ir aumentando si nuestra hija lo pide
- Respetar las decisiones que tomen los niños cuando ya no deseen asistir por alguna razón. Si bien es cierto, han adquirido un compromiso y lo recomendable es motivarlos a que consigan su objetivo, sin embargo, si el pequeño no la está pasando bien, lo mejor es conocer la razón (tal vez le aburre, tal vez no era lo que esperaba, tal vez le tiene miedo al maestro, tal vez alguien lo molesta, etc..) y si es el caso, ya no llevarlo.
- Para prevenir lo anterior, me ha funcionado darle unas semanas de prueba y cumplirlas sin faltar y a conciencia y si le gusta y se siente cómoda, la inscribo, le compro los enseres necesarios, etc… y si no era lo que ella buscaba, lo mejor es que no asista.
La vida de una familia que educa en casa procura mantenerse en orden, pero siempre estamos expuestos a imprevistos, a conectar con otras personas, a cambiar el curso o la dirección que teníamos, al final, son nuestras pequeñas los que dirigen el barco.