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¿Quién pidió ser el mayor?

Por Alex Campos

Necesito urgentemente un pizarrón exclusivo para recordatorios, no los típicos recordatorios de una mamá ocupada, sino recordatorios que durarán en ese pizarrón para toda una vida.

Este mes mi recordatorio más importante será: “Mi hija mayor no es MAYOR, solo tiene 5 años.”

Parece que el hecho de que mi hija sea la más grande de mis hijos hace que me desoriente, pues termino pidiéndole o esperando un comportamiento de adulto.

Estoy segura de que deberíamos inventar el “Síndrome de la hermana mayor”; el Síndrome lo tienen los papás, cuando pierden por momentos la noción de que están tratando con un niño.

Hace tan solo 4 años la arrullaba para dormir, le cantaba canciones de cuna, la alimentaba con papilla y cada acto nuevo ¡era una gracia muy aplaudida! ¿Por qué de pronto me encuentro regañando a la mayor de mi trio de peques por cosas que específicamente hacen los niños?

Tal vez es la parte incómoda, difícil e incomprendida de ser “la hermana mayor”. Les exigimos un poco más, los vemos con más capacidad por la ventaja de edad. Creo que simplemente olvido que mi pequeña solo tiene 5 años.

¿Te ha pasado? Es un día lleno de actividades, algunas cosas no salen como lo planeado, antes de que termine el día tú ya estas agotada, falta la cena y el baño de los pequeños, uff… tal parece que ese día, en el que tu batería se ha descargado antes de tiempo, ellos traen carga extra.

Comienza la frustración y las malas jugadas que hace el cansancio, la paciencia hoy no es tan generosa y tenemos prisa por brincar de un salto a la cama… pero el día parece no tener fin.

La hermana mayor, en mi clan, es como la jefa de la pandilla de los hermanos Telerín, así que comienzo a apurarla y de manera inconsciente exigirle más que a los demás, “porque es más grande” … por 2 años. Lo sé, no es justo. Pero es que cuando se tiene en casa a tres niños pequeños, de edades muy seguidas, de pronto pierdes la atención en la edad y solo recuerdo quién me entiende más y puede ayudarme a aligerar un poco la carga.

Es en esos días en los que el reloj, el cansancio o la paciencia han hecho de las suyas, que apenas logro recordar que mi primer bebé a la cual le tocó ser la mayor solo tiene 5.

Al final del día, en el silencio de la noche, cuando ya no hay caricaturas a todo volumen, los cuartos están recogidos, el refrigerador permanece cerrado más de 15 minutos, no hay pantuflas corriendo por todos lados, yo he dejado de emitir órdenes, mi trabajo de réferi de juguetes ha terminado y las luces de sus cuartos se han apagado.

Es en ese momento que vuelvo a recordar: mi niña, la mayor, aún es muy pequeña.

Me invade la necesidad de abrazarla, decirle que la amo, que es increíble y que es la mejor hermana mayor que puede haber en este mundo.

No dejo de darle besos, abrazos y apretujones, de esos reparadores del alma. Reparo la mía y recargo la de ella. Ser la hermana mayor definitivamente tiene sus ventajas, pero es un papel para el que nadie se anota de voluntario, cuando te tocó, has pasado de ser el único a compartir el amor y la atención de papá y mamá, de pronto el papel te exige ser más responsable, acomedida, obediente y cuidadosa con aquellos chiquillos que llegaron y acapararon lo que tú ya proclamabas como “TU TERRITORIO”.

Los hermanos mayores siempre tienen mucho amor para dar, son los ayudantes más tiernos y los más acomedidos, los borradores más hermosos para lograr el mejor ensayo de tu vida

Los que sin pedirlo, tuvieron a sus pies las delicias de ser el hijo único y de la noche a la mañana tuvieron que compartir juguetes, ropa, espacios y el amor de mama.

Alex Campos: Lic. en Comunicación por la Universidad Del Valle de México. Conductora en diferentes facetas, actualmente presentadora de noticias. Apasionada de la escritura y enamorada del arte de ser mamá. Mamá de Samantha, José Antonio y Rafael.
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