[…] ¡Cuán difícil es soltar las amarras y dejar partir al navío!… Sin embargo, el regalo de amor más grande que puede dar un padre es la autonomía.
~Anónimo
Por Elena Hernández
Tal vez no seamos conscientes, yo tampoco lo era hasta hace unos días, de la relevancia de dejar que nuestros hijos sean libres de ser, de sentir y de pensar. Nosotros solo somos el vehículo que los lleva por el camino del bien, de los valores, de la disciplina y del amor. No todos pensarán igual que yo, y es válido.
Cada uno educa y cría a sus hijos a semejanza y como cada quien a su criterio considera lo ideal. Hoy les contaré por qué para mí es importante dejar que los niños se relacionen solos y no andar metiendo la cuchara para forzarles amistades donde no las hay. Víctimas de las redes y los grupos de whatsapp, a los cuales, yo, afortunadamente y por azares del destino o por culpa de mi fallido celular, ya no pertenezco, pero la mayoría de los padres modernos sí, estamos tan metidos en las pequeñitas vidas de nuestros niños a un grado sofocante. Debatía con una amiga el hecho de no necesitar “pertenecer” a ninguno de estos grupos para fomentar mis amistades, y que los “whats” de la escuela realmente no sirven para efectos académicos y para acabar pronto no sirven para nada. Imaginen la cara de sorpresa de mi amiga que además de diferir conmigo ella argumentó que son necesarios para que a los hijos no los releguen y los junten e inviten a las reuniones o al cine o al sin fin de actividades divertidísimas que se puedan presentar (organizadas claro, por las mamás) fuera de las aulas. No entendí que tenía que ver una cosa con otra, puesto que el campo de convivencia de mis hijos no es la red sino el salón de clases, pero es que ya si lo pensamos un poco, estamos los padres metidos hasta el tuétano controlando y manipulando completamente todo en torno a ellos.
Hace unos días me enteré de que mi niña normalmente no se junta con “la bolita de niñas” de su escuela, situación que a algunos de los docentes llamó la atención y me externaron su preocupación. En casa yo la veo completamente normal, va y viene a la escuela feliz y por lo tanto no imaginé que estuviera teniendo algún problema, y en efecto no lo tiene. Resulta que luego de mi interrogatorio de toda la tarde sentada con mi hija me enteré que no se junta con las niñas porque una que otra “amiguita” le piden hacer o decir cosas con las que ella no está de acuerdo o que simplemente cuando mi niña les pregunta si puede jugar, la líder de la bolita le responde: ¡NO! Mi sorpresa fue que ella determina que “no pasa nada”, se va a jugar con la “bolita de los niños”, o busca otra cosa que hacer, pero no se pone triste, no se angustia, y lo mejor de todo es que no se deja manipular ni permite que la obliguen a hacer ni decir cosas que ella no quiere. Cuando terminé de escucharla supe que no había mucho que decirle, puse en palabras lo que ella ya sabía: que es libre de juntarse con quien ella quiera, con quien la haga feliz, quien la respete y la aprecie tal como es, y que no tiene nunca que cambiar ni hacer ni decir nada para pertenecer a ningún grupo o status y que, si tiene alguna dificultad, siempre puede confiar en mí. Reafirmé con esto, que la confianza que les demos en el desarrollo de sus habilidades para relacionarse con libertad, es la base para tener amistades verdaderas, sanas y bonitas a lo largo de su vida, de esas que te enriquecen, que te dan alegría y paz.