¿Por qué los niños de ahora no son como los niños de antes?
Por Dennis Charles
Los niños de “antes” obedecían a la primera; hacían lo que se les pedía con solo ver la mirada amenazadora de sus padres o por temor a ser castigados o regañados por ellos; respetaban las decisiones de los adultos y no respondían con gritos o palabras insultantes.
Los niños de “ahora” no son así; son retadores y exigentes; hacen valer a toda costa sus derechos; no se involucran en las actividades de la casa; no valoran lo que los padres les dan, al contrario, piden sin que ellos hagan un mínimo esfuerzo por ganarse las cosas; no respetan la autoridad y pareciera que ellos son los que tienen el control dentro de sus casas…
Son muchas las diferencias que podemos encontrar con los niños de “antes” y los niños de “ahora”; no todas son negativas; sin embargo, se observa que los malos comportamientos aumentan ya que los niños no logran autorregularse y llevar a cabo las reglas y límites que los adultos establecen por el bien de ellos.
En la actualidad, muchos adultos se han preguntado: ¿por qué los niños de ahora no son como los niños de antes? Y existen varias posibles respuestas: hogares destruidos, demasiada televisión y uso de tecnología, padres solteros, padres trabajadores con horarios extensivos, etc. Sin embargo, a pesar de que estas posibles respuestas afectan el comportamiento de los niños; no son la raíz principal.
Los niños ya no son como los niños de “antes”, pero tampoco los adultos no son como los adultos de “antes”; esto es así porque las sociedades se han ido transformando y con ello, los roles de los adultos. Antes las madres obedecían sumisamente al padre; los padres obedecían sin pensarlo a su jefe controlador y los grupos minoritarios no tenían ni voz ni voto… Todo esto ha cambiado; ahora tanto las madres como los padres tienen la misma autoridad en las decisiones de la casa y en el trabajo piden ser tratados con respeto y los grupos minoritarios exigen ser tratados con igualdad. Los niños de ahora simplemente están repitiendo lo que ven en los adultos, están exigiendo que se les trate con igualdad y respeto.
Otra gran trasformación de la sociedad es que los padres de “ahora” no brindan a sus hijos oportunidades para que ellos aprendan a responsables, cooperativos y autónomos. Se les da mucho “por amor” sin que ellos se esfuercen, por lo que no dan valor a las cosas. Algunos adultos piensan que los buenos padres son aquellos que rescatan y protegen a sus hijos ante cualquier problemática o decepción que presentan; sin embargo, no se les está brindando la oportunidad para que aprendan a solucionar sus problemas por sí solos ni a ser responsables de sus actos. Hay padres que son permisivos y los niños al vivir en un ambiente donde no hay reglas ni control, se entrenan para manipular y pelearán para que los adultos satisfagan sus deseos. Por otro lado, hay padres controladores y rigurosos, los cuáles no involucran a los niños en el establecimiento de reglas y límites y utilizan el castigo y las amenazas para controlar el comportamiento de sus hijos. Los niños no se harán responsables si los padres son demasiados estrictos, controladores o permisivos.
Comprender porqué los niños ya no se comportan como antes es el primer paso para enfrentar los retos de disciplina en ellos; es necesario entender que los métodos de control ya no son efectivos, pero tampoco la permisividad. La cooperación basada en el respeto mutuo y la responsabilidad compartida son más efectivas con nuestros niños de “ahora”.