Nos tocó el boom de la revolución verde, por despertar de consciencia o por moda, pero nos llegó a todos. Aquí comparto 5 hábitos del día a día que a través de los años cada vez más familias hemos adoptado y que afortunadamente ahora son “lo normal” en la vida de nuestros hijos. Y si no lo hemos hecho, es buen momento para hacerlo. Son cambios de hábitos fáciles de implementar, prácticos, didácticos para los más chiquitos y con muchos beneficios a nivel familiar y colectivo.
Separar residuos y hacer composta en casa.
El cambio es desde el lenguaje: ya no es basura, son residuos. Separar los residuos orgánicos para compostear y separar materiales como cartón, vidrio y plástico para llevarlos al centro de acopio local es uno de los hábitos más fáciles de implementar. (Si no hay centro de acopio en tu localidad, separa igual, no importa que el sistema de residuos “revuelva todo”. El cambio comienza en casa.)
Usar bolsas reutilizables para ir al super o mercado.
Ya no es por moda, simplemente se va al mercado o al super con las bolsas reutilizables o con carrito tipo “diablito” para las compras. No necesitamos más bolsas desechables, además, opciones de bolsas cool hay un montón.
Uso de transporte público, viajes compartidos, caminar o andar en bici.
Reducir el uso del automóvil, hacer plan para hacer viajes compartidos, usar el transporte público, caminar y moverse en bicicleta son pequeños actos de activismo que nos mueven hacia una versión más sana y colectiva de nuestra ciudad. Además, es el primer paso para exigir una planeación urbana donde el peatón y el ciclista son prioridad y parte fundamental.
Compra local en mercaditos y tianguis.
Haciendo al menos una compra semanal en el mercadito orgánico local vamos conociendo cual es la fruta y verdura de estación, apoyamos a pequeños productores y la agricultura libre de agroquímicos. Además, en este tipo de mercados encontramos comida saludable y productos artesanales y amigables con el medio ambiente
Huerto familiar (no importa si es en jardín, camas de siembra o macetas).
Conectamos con la fragilidad y fuerza de la vida sembrando, cuidando y cosechado nuestros alimentos. Quizá tengamos un par de macetitas con hierbas aromáticas, una maceta con zanahoria o una plantita de tomate o un pequeño huerto en nuestro jardín. Todo suma, todo cuenta. Que un niño conozca de cerca de donde vienen nuestros alimentos es super valioso y sano para su relación con el mundo y la comida.
El cambio inicia en casa, como madres tenemos la oportunidad de enseñar a nuestros hijos que es posible llevar una vida más sustentable a través de pequeñas acciones que crean grandes cambios para todos.