Por Dennis Charles
Todos cometemos errores; cuando eres adulto y te equivocas tratas de corregir y dar solución a tu error; pero cuando nuestros hijos se equivocan, reaccionamos con enojo gritos, amenazas o castigos. Nuestros hijos aprenden que no pueden equivocarse y si lo hacen, deben de sentirse avergonzados y deben de asumir las consecuencias negativas que los adultos les imponemos por haber cometido un error.
¿Recuerdas cuando tu hijo se lanzó a dar sus primeros pasos? ¿Cuántos intentos y caídas necesitó para lograrlo? ¿El error, habrá sido un amigo o un oponente para él? El error fue necesario para obtener aprendizaje y desarrollar la habilidad de caminar. Si enseñamos a nuestros hijos que de los errores se aprenden, ellos asumirán una actitud diferente cuando se equivocan, sin frustración o evasión.
Debemos enseñar a nuestros hijos a reconocer y aceptar sus errores; a no paralizarse ante la posibilidad de equivocarse y a rescatar el enorme valor que tiene cada equivocación, cada intento que dan. Cuando involucramos a nuestros hijos en la búsqueda de soluciones y los invitamos a la reflexión, los niños empiezan a mejorar su comportamiento porque se sienten importantes y tomados en cuenta.
Disciplina positiva busca soluciones respetuosas a los problemas sin culpabilizar. Los errores son tomados como grandes momentos de aprendizaje. Cuando tu hijo cometa un error, usa las 4Rs para recuperarse de los errores (Disciplina Positiva, J, Nelsen, 2006):
- Reconocer que se ha cometido un error
- Responsabilizarse de lo que se ha hecho mal
- Reconciliarse (pedir disculpas) y
- Resolver y conjuntamente buscar una o varias soluciones