Por Dennis Charles
Si desempeñamos nuestro papel de padres desde el miedo; podemos caer en dos extremos:
- Ser demasiados permisivos por miedo a que nuestros hijos no nos quieran, se enojen o se sientan lastimados.
- Ser demasiados rigurosos por miedo a que nuestros hijos se nos salgan de control y se acostumbren a hacer lo que ellos quieren.
Contrario al miedo existe la confianza y la seguridad. Para esto debemos prepararnos y saber lo que es efectivo y respetuoso para nuestros hijos y su desarrollo. Disciplina Positiva es un enfoque donde no hay permisividad, pero tampoco control riguroso y tiene como base el establecimiento de límites de una manera amable y firme a la vez.
- Un ejemplo en donde podemos ver estos tres enfoques: Al momento de comer; un padre permisivo diría: “Hija por favor come que se te va a enfriar”. Un padre autoritario diría “Que te lo comas o vas a ver cómo te va ir. No podrás salir en una semana”. Pero un padre efectivo que utiliza la amabilidad y la firmeza dirá “Hija, es hora de comer, sé que quieres jugar, pero ahora todos vamos a comer. Cuando hayas terminado de comer entonces podrás seguir jugando”.
- No a la gratificación instantánea. La tendencia de los padres de ahora es satisfacer las demandas de sus hijos de manera inmediata; si nuestro hijo nos dice que está aburrido, de inmediato le damos el celular o le prendemos la televisión o, si tiene hambre mientras vamos en el coche, nos detenemos para comprarle algo y así resolverle el problema con comida rápida. Hacemos todo lo más rápido e instantáneo posible para que nuestros hijos lleven una vida cómoda, no se enojen o simplemente para mantenerlos bajo control; sin embargo, no les estamos brindando oportunidades para que fortalezcan su tolerancia a la frustración y aprendan a solucionar sus problemas; no les estamos proporcionando las herramientas necesarias para desarrollar habilidades como la responsabilidad, el trabajo colaborativo, constancia y perseverancia.
- Pedirles menos a nuestros hijos. Mandamos un mensaje negativo cuando no permitimos que los niños hagan actividades como vestirse, tender su cama y retos propios de su edad como echarse una vuelta de carro, andar en bicicleta o acudir solos a la tienda. Cuando les pedimos de menos, el mensaje que reciben es “no puedes confiar en ti”, “no eres lo suficientemente bueno”. Necesitamos empoderarlo, decirle: “sí puedes”, “aviéntate”, “lo vas a lograr”. Observa a tus hijos, conócelos y ubica en qué áreas de su vida necesitas impulsarlos para que logren sus objetivos.
- Exigirles de más. Cuando no somos objetivos y pasamos de largo las capacidades reales de nuestros hijos, sin que nada de lo que hacen nos parezca satisfactorio, el mensaje que les estamos enviando es: “no eres suficiente”. Lo importante entonces es reconocer las capacidades de nuestros hijos; su momento de desarrollo y darles retos que sepan que, aunque son difíciles los pueden lograr y sentir la satisfacción de hacerlo.
Los aciertos son tan valiosos como los errores, ambos son alimento para la experiencia y parte de los logros y la gratificación que se consiguen con la práctica. Hay muchos adultos que viven desde la desconfianza de sus recursos y habilidades, se sienten incompletos y hasta cierto punto vacíos.