En toda manifestación de vida, hay energía presente: plantas, rocas, animales, personas y cosas intangibles incluso, la poseemos. Y hay distintos tipos de ella.
Por Mayte Cepeda
La energía vital del Universo que ya hemos descrito en columnas anteriores y que llamamos prana, que está en todo lo que nos rodea, tiene la misión de recorrer y limpiar (energéticamente hablando) el cuerpo humano y es transportada por un canal llamado shushumna nadi, el cual tiene su punto de partida desde el coxis o base de la columna hasta la punta de la cabeza, recorriendo en forma ascendente y en espiral. A la par de este canal suben otros dos canales que son los encargados de alimentarlo, y se llaman ida y pingala. ¿Has escuchado sobre el yin y el yang? Pues por ahí va la cosa. En la ciencia, estos canales se conocen como el sistema nervioso autónomo y sobre éstos quiero platicar un poco más.
La práctica de yoga puede integrarse de una cantidad ilimitada de posturas o asanas. No tengo idea si existe un número determinado de posturas, pero creo que esto sería imposible ya que de una sola postura puedes ir creando y modificando variaciones que te permiten tener una práctica súper completa, variada e inagotable. Pero bueno, regresemos al punto que quiero tratar: todas las posturas al realizarlas generan determinado tipo de energía y características que las hacen fuertes, difíciles, demandantes y, por otro lado, hay otras suaves, delicadas, de mayor introspección, en las que te sientes flotar y fluir. Esa es la magia: el poder mezclarlas, integrarlas y lograr un equilibrio o balance que, a final de cuentas es lo que el yoga busca conseguir. Lograr esta conjugación te permite crear una práctica rica en experiencias mentales, emocionales, físicas y sensoriales.
La energía que dota a esta infinidad de posturas puede ser entonces solar o lunar. Ida es el canal que transporta la energía lunar, femenina o sutil, la energía que nos conecta con la tierra, la que nos llama a la introspección, al amor interior y que nutre al canal central denominado shushumna nadi. Ciertamente se trata de una energía cambiante, así como la luna que no está dispuesta a mostrarse siempre de la misma forma y por eso tiene el don de menguar.
Por su parte, pingala es el canal encargado de transportar la energía solar o masculina, y también nutrir a shushumna nadi, es aquella fuerte, caliente, la que expande y transforma. La energía del sol es vigorosa y abundante, sin embargo un abuso de esta energía tampoco puede traernos mucha estabilidad y bienestar. La clave está en saber usar y aprovechar ambas energías y combinarlas hasta crear un equilibrio en nuestro ser.
La activación de las energías solar o masculina y lunar o femenina puede obtenerse, además de la práctica de posturas, con las técnicas de respiración y meditación. Un ejemplo de ello, es la respiración de fuego, que es un tipo de pranayama o técnica de respiración controlada en la que la mayor parte del tiempo se genera una energía solar ya que requiere inhalaciones y exhalaciones fuertes, sin embargo en los intervalos se incluyen respiraciones suaves y largas, que son las que poseen energía lunar y femenina para equilibrar y lograr los beneficios que se buscan con su práctica.
Ahora bien, en resumen, el exceso de una determinada energía, ya sea esta solar o lunar, puede no ser muy positivo, ya que eso puede desencadenar desequilibrios energéticos que se traducen en emociones muy marcadas hacia un lado de la balanza o desgastes físicos que podemos evitar. Ya que sabes de la importancia que tiene la combinación de energías del sol y de la luna, cuando realices tu práctica de yoga, ponte más observadora y detecta cuáles son las posturas solares y lunares, cómo te sientes cuando las realizas, qué sensaciones o emociones te provocan y deja que fluya la energía en tu cuerpo, logrando sus beneficios. Namasté.
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