Por Alma Lorena Chávez
Durante nuestra vida, nos enfrentamos a situaciones que nos causan sufrimiento de alguna manera. Me atrevería a decir que en su mayoría son inevitables, fortuitas o consecuencias de nuestras propias decisiones, son los que nos permiten hacer una pausa para reflexionar, valorar la vida y aprender.
Normalmente escuchamos la palabra duelo y la referimos a la muerte, sin embargo etimológicamente está relacionada con un proceso de dolor y puede presentarse en muchas etapas de nuestra vida, por ejemplo, quedarse sin trabajo, extravío de algo material o simplemente cuándo se presenta un cambio de vida.
La manera en la que reaccionamos en nuestra vida adulta a estos procesos, en buena medida (sino es que todo) fue aprendida en nuestra infancia, principalmente en los casos en los que vivimos separaciones, muerte de algún ser querido, ausencia de alguno de los padres o situaciones traumáticas.
Presento algunos consejos que podemos practicar en lo cotidiano de la vida para fortalecer a nuestros hijos en la inteligencia emocional y tengan la habilidad de superar procesos de duelo en su vida adulta.
VALIDA SUS SENTIMIENTOS
Propongo dejar a un lado las frases como “No pasa nada”, “Eso no es importante”, “¡Ya deja de llorar!”, etc. que por lo regular van acompañadas de recitales de lo que es realmente la vida o el sufrimiento.
Respetemos su sentir y pensar reconociendo que eso que los acongoja también es importante para nosotros. No dejemos que las prisas pasen por alto el entendimiento de las emociones.
Es vital que los niños identifiquen sus sentimientos y los expresen, de esta manera desarrollan la inteligencia emocional. No nos cerremos a un triste o feliz, existen muchos otros sentimientos, por dar algunos ejemplos, podemos sentirnos calmados, en paz, alegres, enojados, desconfiados o confiados, celosos, entusiasmados, aburridos, etc.
Existen cada vez más estudios que mencionan que reprimir los sentimientos provoca enfermedades físicas en nuestro cuerpo.
FOMENTA LA COMUNICACIÓN
Pregúntales a tus hijos constantemente cómo se sienten ante las situaciones del día a día, ya sean de estrés o de satisfacción personal, esto podrá abrirte un mundo de posibilidades para hacer conexión con ellos. Algunas veces nos quejamos porque nuestros hijos no nos escuchan lo que nos invita a reflexionar si nosotros realmente los escuchamos. El arte de escuchar se aprende con el ejemplo.
COMPARTE TU SENTIR
Nuestros hijos nos conocen como nadie en el mundo, cómo no creer esto, si desde que nacieron nos observan. Si te sientes triste, enojada (o) o entusiasmada (o), compártelo con ellos y muéstrales con tu ejemplo la mejor manera de enfrentarlo. Esta es una grandiosa oportunidad para auto-manejar nuestras emociones. Ellos perciben, interpretan y aprenden de nuestras reacciones ante diferentes situaciones, es ahí donde las neuronas espejo entran en acción para aprender conductas o comportamientos.
ÉNSEÑALOS A DESPRENDERSE
Como padres somos responsables de desarrollar la autonomía e independencia, dos cualidades que juntas tienen resultados emocionales muy positivos en las personas. La independencia es hacer las cosas por sí mismo sin depender de los demás y la autonomía es la capacidad de actuar libremente y tomar decisiones. Enseñar a nuestros hijos el desapego generará adultos resilientes.
Un ejemplo de la vida diaria es desprendernos de cosas materiales que ya son inútiles y se guardan con la idea de poder necesitarlas en el futuro. Involucrar a nuestros hijos en las limpiezas de ropa, muebles, juguetes, etc. es una buena manera de enseñarles que los recuerdos están en nuestra mente y no en algo material.
EVITA RESCATARLOS EMOCIONALMENTE
En esta tarea es importante dejar nuestra naturaleza sobreprotectora a un lado para propiciar aprendizaje. No arregles o rescates tratando de remediar el dolor de los niños, por ejemplo, reponiendo un juguete perdido o que se descompone, o simplemente compensando con algo material su sufrimiento. No tratemos de evitar a toda costa su mortificación, la preocupación es una respuesta natural del cerebro, destapa la creatividad y el manejo de las emociones.
FOMENTA EL OPTIMISMO
Ser optimista es tener esperanzas de que las cosas saldrán bien a pesar de los contratiempos. Daniel Goleman en su libro La Inteligencia Emocional, explica al optimismo como una actitud que evita caer en la desesperanza o depresión ante un momento de adversidad. Es muy importante que el optimismo sea realista, es decir, cuando se identifica la situación de amenaza y busca opciones para solucionar y seguir adelante. Alentar a los niños es una manera de desarrollar esta actitud de oro.
DESARROLLA LA EMPATÍA
Naturalmente el ser humano es empático, sólo queda la labor de los padres o educadores para que se desarrolle. La empatía es la raíz de muchos valores como la tolerancia, el altruismo, el respeto, la solidaridad y muchos otros, la mejor manera de enseñarlo es siendo empáticos con ellos y con los que nos rodean, dejar a un lado los juicios y respetar la lógica privada de cada quién.
Hacer que nuestros hijos sean emocionalmente fuertes no es una tarea fácil, ya que requiere que nosotros mismos tengamos esa fortaleza, por esa razón nosotros como adultos somos pieza clave en su desarrollo emocional. El primer paso es ser conscientes de ello y el resto es llevarlo a la práctica sin desanimarse y aprender en el camino. algunos consejos que podemos practicar en lo cotidiano de la vida para fortalecer a nuestros hijos en la inteligencia emocional.