¿Hace cuánto tiempo no te has contemplado frente al espejo? ¿Vernos?
Por Lorena Salas
Nos vemos todos los días y eso si bien nos va y queda algo de tiempo. El mirarnos más allá de lo básico implica una confrontación ante nuestro propio ser en todo su esplendor.
Hacer las paces frente al espejo es para mí la culminación absoluta de nuestra propia aceptación, tal cual somos por dentro y por fuera, ¿a qué me refiero con esto? Pues que a veces de acuerdo a los ojos de los demás podemos recibir ciertos elogios sobre nuestras cualidades físicas, pero no nos la terminamos de creer y vamos con esta carga al espejo y ahí entra el conflicto con nuestro propio reflejo.
Y es que a veces por más que nos digan cumplidos con respecto a nuestro físico, siempre hay algo con lo que no estamos del todo cómodos o conformes. La cuestión aquí es: ¿y tú ya hiciste algo para cambiar la forma en la te ves a ti mismo?
Nuestro cuerpo es único y con él estaremos toda la vida, entonces ¿por qué no amarlo, aceptarlo y cuidarlo? Recuerdo que por muchos años algo en mí no me terminaba de convencer hasta que decidí hacer cambios, empecé a dar paso a liberar esas creencias arraigadas y junto con ellas solté mi cabello, que hermoso ha sido siempre con ese color único que lo caracteriza y yo tan necia de esconderlo.
Otro cambio que di fue trabajar mi voluntad, enrolarme en ejercicio físico diario (antes ni en sueños me veía haciendo lo que hoy hago), mejoré notablemente mi alimentación, gracias a esto recuperé también mi confianza al usar ropa que había dejado olvidada o prendas que no me hubiera atrevido a usar. Elegí también estar rodeada de energía positiva, elevando mi frecuencia a través de cosas que nutren alma como la meditación, lectura, oración y mi mejor terapia: escribir.
Y aquí viene la consecuencia de estos cambios: el amor propio en su máxima expresión. Más allá del proceso que conlleva aceptarse y gustarse físicamente cuando estamos frente al espejo, el factor más importante es trabajar en nuestro ser interior, buscar esa paz y gozo por el simple hecho de estar vivos y con salud y entonces viene la iluminación que se refleja a donde quiera que vayamos.
Hoy te invito a que junto conmigo consigas un espejo de cuerpo entero si es que aún no lo tienes, y agradezcas, aceptes y abraces cada parte de ti de la cabeza a los pies, no olvides mirarte a los ojos porque allí están todas tus respuestas, deja de ser tu más duro juez y decide a amarte por quien eres: un ser único e irrepetible que está aquí para dar y recibir amor.