Por Malena Monroy
El lema de la institución educativa donde trabajo es “sin fronteras”. Estas dos palabras tan simples pero complicadas a la vez, han estado dando vueltas en mí desde hace algún tiempo. Primero porque me dedico a la educación de manera profesional, pero también porque como madre soy la educadora de mis hijos. Y en un mundo donde escuchamos que la educación no responde a las exigencias de nuestros tiempos, todas deberíamos convertirnos en esas mujeres apasionadas que inyecten a los jóvenes lo que requieren para enfrentarse al mundo real. Y enfrentarse significa transformarlo.
Las fronteras las levantamos nosotros mismos con nuestros pensamientos, actitudes y acciones. El primer paso para quitarlas sería comenzar por ser auténticos, no fingir otros roles, mostrarnos como somos, sin máscaras ni hipocresías. También debemos “ser humanos”, es decir, aceptar las diferencias del otro y las personalidades retadoras. Buscar que lo que comuniquemos nos nutra. Es decir, comunicarnos para crecer.
Valdría la pena hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué interrumpe mi flujo de aceptación cuando hablo con alguien?, ¿cuál es mi actitud cuando hablo con otros?, ¿cómo comunico mis sentimientos negativos?
Lo que sí te aseguro es que, si te muestras auténtico, el otro se muestra auténtico. Si te muestras violento, el otro también. Y no debería haber condiciones para aceptar al otro. Recordemos que todos tenemos una historia. Necesitamos atrevernos entonces a sentir la experiencia del otro, para tener más comprensión y entendimiento.
Podemos decir que las herramientas que promueven el desarrollo de relaciones empáticas son la atención y la escucha. A continuación, comparto lo que no se debe hacer cuando escucho: ordenar, amenazar, sermonear, dar discursos, juzgar, interpretar, burlar. Jorge Bucay lo expresa claramente en su poema “Quiero”:
Quiero que me mires sin juzgarme
Quiero que opines sin aconsejarme
Quiero que confíes en mí sin exigirme
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí
Quiero que me cuides sin anularme
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí
Quiero que me abraces sin asfixiarme
Quiero que me animes sin empujarme
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí
Quiero que me protejas sin mentiras
Quiero que te acerques sin invadirme
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten, que las aceptes y no pretendas cambiarlas
Quiero que sepas… que hoy puedes contar conmigo…
Sin condiciones.
Para cambiar este mundo y tumbar “fronteras”, comencemos construyendo relaciones sanas. Recordando que el ser humano tiene la posibilidad de cambiar hasta su último respiro.
Mira con los ojos de otro, escucha con los ojos de otro y siente con el corazón de otro.
~Alfred Adler. R