Con bastante tristeza escribo esta columna dedicada a mi hermano colega médico de Oaxaca.
Por Daniella Monarez
Me entero de los hechos con profunda decepción del concepto que mucha gente tiene de nosotros los doctores quienes literalmente dedicamos una vida entera de desvelos y sacrificios para prepararnos lo mejor que podemos para salir y mejorar vidas.
No imagino el infierno que pudieran estar viviendo mis compañeros en aquel hermoso estado, siempre pensé que no había una situación profesional peor que el internado que dura un año de puro desprecio y maltrato, o la residencia que es igual, pero de 3 a 10 años, sin embargo, si hay algo todavía más horrible, y es lo que hoy viven aquellos doctores de Oaxaca. Y solo para que quede claro, cada vez que un paciente se va inconforme, o sin el resultado esperado, es un golpe bajo a todos nuestros esfuerzos de tantos años.
Ahora que me encuentro nuevamente en etapa de preparación, temo salir al mundo solo porque sé que alguien podrá culparme por alguna situación fatal, aún y cuando no esté en mis manos, sin embargo, hay una situación que quisiera destacar, mi misma carrera ha sido la que me ha privado de libertad tantas veces, hoy ya no es raro para familiares y amigos fallarles en sus eventos importantes como nacimientos, bautizos, bodas, cumpleaños etc., y todo por la decisión consciente que tomo de estar aquí, al pie del cañón en el hospital, con mis pacientes. Aún y cuando ello implique prescindir de mi propia hija por estar con ustedes, mis queridos pacientes.
Adivinen quién se mal nutre y desvela por cuidar y salvar vidas, porque si, eso hacemos en la mayoría de los casos, salvamos vidas que muchos daban por perdidas. Nosotros damos reanimación cardiaca más tiempo del que dictan las guías y sufrimos con cada diagnóstico terminal. Pero tengan la seguridad de que me alegro mucho cuando veo que mis pacientes sobreviven, se estabilizan o van caminando por los pasillos del hospital, eso, además de ser un gran logro para ellos, lo es también para nosotros sus médicos.
Yo no concibo a un médico alegrándose de la muerte de un paciente, aún y cuando su misma terquedad lo llevara hacia una enfermedad descontrolada, ni mucho menos buscando realizar dolosamente su asesinato. Tengan por seguro que sufrimos y mucho cuando a un paciente se le para el corazón, sangra de más, o tiene dolor insoportable. Los niveles de estrés que manejamos son inimaginables con tal de ver bien al que atendemos. Ojalá tuviéramos el remedio perfecto para cada enfermedad y sin ningún efecto secundario. Pero no es así, Dios nos hizo humanos, unos con un gran corazón.
Hoy de la manera más humilde les pido que no nos juzguen, si alguien está a favor de la vida somos nosotros, sus médicos, hoy les solicito piedad, compasión y empatía.
Y ya por último recuerden que siempre, siempre, estamos para servir. NES
Oralia Barròn Méndez
Excelente Artículo y muy cierto.
Felicidades, el panorama del médico en Mèxico tal cual es.
Tía Ana
Un artículo especial! Felicidades, un gran orgullo tener salva-vidas en este mundo
José Luis Almanza Chanona
La realidad de la práctica médica el día de hoy. Desafortunadamente ahora debemos realizar una práctica a la defensiva; afortunadamente, lo que nos sigue motivando es la pasión y el amor a la Medicina y los pacientes. Espero que este artículo alcance a muchos y les permita cambiar en algo su opinión respecto a los médicos, por nuestra parte, a seguir dejando el alma en cada paciente.