Por Paloma Castillo
Cuando comenzamos esta aventura de desescolarizar a mi hija, busqué información y al principio, a pesar de que todo me parecía maravilloso, era demasiada información para ordenarla, así que nos fuimos despacio, primero “desimplementando” hábitos, actitudes y reglas que en ese momento no tenían sentido para nosotros o sentíamos que estorbarían un poco en nuestro hacer.
Posteriormente, implementamos otras acciones y formas de trabajar, educar y vivir… hicimos homeschool, y conforme los días pasaban y yo investigaba y aprendía cosas nuevas, mi investigación, interés y comprensión se fueron inclinando mucho hacia lo que se conoce como “unschooling”. ¿Qué es unschooling? Bueno, pues primero permítanme contarles un poco de historia respecto a este término:
Alrededor de los años 60´s hubo un profesor llamado John Holt que era maestro de 5° de primaria en una escuela en E.E.A. Él estaba desilusionado del sistema educativo, quería respetar en todo momento los procesos naturales de los niños, así que intentó cambiar las escuelas y la forma en que éstas enseñaban, pero quería cambiarlo desde adentro enfrentándose a una lucha constante por conseguir un cambio en la forma de ver a los niños y su enseñanza. Sin embargo, se dio cuenta de que no podría cambiar todo un sistema, así que comenzó a decirles a los padres de familia que, si deseaban que el proceso de aprendizaje de sus hijos fuera lo más natural y respetuoso posible, debían desescolarizarlos. Así que algunas familias comenzaron a practicar “homeschool” e iniciaron a educar a sus hijos en casa.
John Holt apoyaba la idea de que las familias educaran en casa, pero comenzó a observar que, incluso estando desescolarizados, los padres seguían rigiéndose en base a un sistema educativo ya establecido que, algunos de ellos, únicamente habían trasladado la escuela a la casa. La escuela había cambiado de lugar y de maestro, pero no de sistema. Estaban escolarizando en casa. Fue entonces cuando surge el concepto unschooling para hablar de un aprendizaje SIN escuela, aprendizaje orgánico y natural. Y podría decirse que los niños no necesitan que le enseñen, los niños aprenden por el simple hecho de estar vivos.
Hemos leído textos, libros y documentos que hablan de unschooling, hemos escuchado testimonios, conferencias y frases respecto a unschooling y es difícil definir lo que es el unschooling, sin embargo, poco a poco vamos descifrando lo que NO es el unschooling. El unschooling no es un método que hay que seguir, no tiene un decálogo, no es un instructivo, no es algo impuesto por los adultos, no son reglas, no son horarios establecidos, no es preparar a los niños para un futuro en el que nadie sabe si lo que se le enseñe ahora será útil o verdadero. El unschooling no es una meta ni un logro que se consigue…se vive en el intento.
Considero que permitir vivir sin escuela o más bien como si la escuela no existiera, es simplemente promover los derechos de los niños, derechos universales, humanos, apegados a principios y no a reglas. Permitir que el unschooling suceda, es permitir el derecho a vivir y aprender sin ser enseñado.
“El derecho que pido para los pequeños es un derecho que quiero preservar para todos, el derecho a decidir qué entra a nuestra mente.” ~John Holt. Esta frase para mí ha sido impactante, y visto así, yo misma he violado ese derecho de mi hija y no lo había notado. En ocasiones, por ejemplo, me enojo o me da molestia ir por la calle con mi hija y escuchar canciones de reggaetón con esas letras tan llenas de agresión, humillación, desvaloración sobre todo a las mujeres, tan llenas de nada y faltas de todo. Me molesta cuando alguien fuma cerca de mi hija e invade su espacio vital contaminando el aire que respira y mi argumento es que esa música y ese humo de cigarro penetran sin autorización nuestra a los oídos, pulmones y mente de mi hija. Pero nunca me había puesto a pensar que yo misma he violado ese derecho “introyectando” información, hábitos, etiquetas y creencias a mi hija sin su autorización.
Creo que vivir el unschooling es algo sencillo, sin embargo, es algo difícil de comprender y vivenciar, sobre todo en una familia como la nuestra en la que, para nuestros padres, abuelos y tíos los golpes son una herramienta más para la crianza, en donde hay un gran número de personas que se dedican a la educación (dueños de escuelas, maestros, administrativos escolares, conferencistas), en donde un gran porcentaje de éstos trabaja dentro del sistema educativo nacional en el que se cree que los niños son algo vacío que hay que llenar, que son chiflados y nos toman la medida cuando lloran o hacen un “berrinche”, en donde no está permitido responderle a tus padres y si no eres exitoso (económicamente o posición social) seguramente tienes un problema. En fin, el lugar de donde nosotros venimos es mucho muy distinto al lugar donde hoy estamos y muy distinto al camino que elegimos caminar como familia.
Tenemos 8 meses sin enseñar nada a nuestra hija y en esos 8 meses ella ha aprendido cosas fabulosas:
- Aprendió a fabricar plastilinas y a comercializarlas. Experimentó con más de 8 fórmulas que ella misma creó hasta que encontró la que producía la plastilina más suave y que no se podría en poco tiempo. Utiliza unidades de medida, fracciones, sumas, diseño, escribe guiones para grabar videos de publicidad, genera acciones para el cuidado del medio ambiente ya que reutiliza los botes de plastilina, combina colores, empaca, comienza a perder el miedo a negociar y ¡se divierte muchísimo! Tiene su micro-empresa llamada NUBE play dough, ¡búsquenla así en Facebook!
- Aprendió a multiplicar con números de hasta tres cifras. Y esto lo aprendió en una tarde porque quería saber a cuántos alumnos les da clase de arte su papá. Y me parece que esta acción me respondió esa gran duda que tenía respecto a “¿y en verdad sucederá que mi hija se interese por aprender a dividir, multiplicar, o por el álgebra?” Pues claro está que la química, la astronomía, la naturaleza, la física, son cosas muy tangibles y a los niños les encanta experimentar y observar, pero no creí que con las matemáticas sucediera lo mismo y sí sucede. Los niños quieren aprender a multiplicar y a hacer matemáticas.
- Escribió su primer poema.
- He observado que conforme pasa el tiempo inventa juegos más complejos y elaborados.
- Busca la forma de atender sus necesidades de aprendizaje, comienza a hacer búsquedas en línea, ha hecho sobre los cómo son los panteones en china, sobre un grupo que le gusta, busca documentales y tutoriales de experimentos y manualidades.
En fin, no puedo ni deseo medir o cuantificar las cosas que mi hija ha aprendido, no sé si son más o menos de lo que hubiera aprendido en la escuela, lo que sí puedo asegurar es que lo que ha aprendido seguramente no lo olvidará, ha quedado adherido a su mente.
Mi hija no va a la escuela, no hace escuela en casa, pero con toda seguridad puedo decir que ella aprende. Y tú ¿te animarías a vivir como si la escuela no existiera?