Por Ivonne Orozco
La mesa, los platos, las flores, el mantel, el pensamiento profundo. La comunicación del interior al exterior. Cómo olvidar que del alimento depende salud y vida. Cómo dejar la cazuela vacía, irnos por las modas y comidas rápidas, cuando existe este contacto, este código secreto entre el corazón y el paladar
La sincronía de la mesa familiar, la charla, ¿qué pasa? ¿Nadie quiere ya cocinar?
¡Tiendas de comida infantil ¿Acaso el nugget es la comida que llena el recuerdo que ese niño tendrá de la cocina de la madre?
El adulto futuro, no tendrá recuerdos, ni aromas de identidad que lo lleven a su origen. Quizá cuando entre al restaurante de hamburguesas con sabor a humo líquido recuerde vagamente a su mamá en la laptop mientras él jugaba en plásticos sudorosos.
El día campo, el picnic familiar ahora llena los centros comerciales en sus áreas de comida deficiente, llena de conservadores, en lugares plásticos que no dicen nada, no vibran, solo hay dinero para gastar.
Triste paisaje de la nueva generación que no podrá saber a lo que huele una sopita de fideos.
La mamá en tacones, perfumada en licenciada, feminista, defendiendo los derechos de la mujer, dándole un gansito a su hijo para que no la moleste mientras sale a cuadro…
Algo no cuadra, algo falla, algo está olvidado, algo se pierde, algo intenta salvarse.
El lenguaje del entendimiento íntimo y delicioso de la comida elaborada por mamá. De este contacto maravilloso, escríbele a tu hijo, a tu familia con la mejor pluma: la cuchara, la que menea la sopa y dile que lo amas.
Transmite amor, deja sembrada la semilla de la evocación, de la mirada dulce, incluso ese humo fastidioso de cuando se quema el arroz.
Vivamos en armonía con el alimento del alma que se lleva al estómago a través de la mesa.
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Es tan cierto lo que escribes..Que bueno que nunca claudicaste con tu sueño. Espero que las mamis con hijos pequeñis lo tomen en cuenta.