Una oruga y una mariposa son una y la misma creatura, en distintos momentos de su desarrollo.
Por Dona Wiseman
Hemos protestado mucho por estereotipos y roles asignados dentro de las estructuras sociales ancestrales. Hemos deseado liberarnos de expectativas formuladas en culturas antiguas y que han perdurado hasta nuestros tiempos. En efecto los tiempos van cambiando y poco a poco las ideas que tenemos sobre qué es un hombre, una mujer, un hijo, una hija, una madre, un padre, un abuelo, una abuela, un maestro, una maestra, etc. se han ido transformando. Es muy natural que al no desear una situación tendamos a crear su opuesto, su polaridad, y así efectivamente jamás salimos del juego entre polaridades para realmente buscar o construir opciones. Una cosa y su opuesto son lo mismo, y quedamos de nuevo víctimas de nuestros errores cognitivas.
He escuchado la frase, “¿Para qué ser oruga si naciste para mariposa?” Pero, una oruga y una mariposa son una y la misma creatura, en distintos momentos de su desarrollo. Y específicamente me pregunto si una persona, en este caso una niña/mujer, puede ser bombero a los 5 años, princesa a los 12, atleta a los 17 y doctora a los 30 y seguir siendo libremente ella misma. También hoy me pregunto qué tiene de malo si en los años formativos de los niños, padres, madres, maestros, amigos, y así, sugieran o pidan que los niños prueben muchas distintas manifestaciones y roles. Hace algún tiempo escuchaba a una persona decir que estaba ofendido porque veía cómo familias que le iban a tal o cual equipo de futbol vestían hasta a los bebés con el uniforme del equipo sin que los niños tuvieran opción ni pudieran decidir. Los niños no tienen criterio para tomar esas decisiones. Ya habrá tiempo para eso. Por lo pronto permitamos que sean parte de una familia. En algún momento tendrán una opinión o preferencia. Es bueno respetar un deseo y una preferencia establecida y clara, pero no es malo incluir a los niños en actividades colectivos.
Un ejemplo que surgió hace tiempo fueron las fiestas de “spa” de las niñas, estas fiestas en donde a las niñas se les hacían faciales, manicures, etc. En lo personal no me apetecen, pero igual no soy mujer de spa. Sin embargo, si a mi hija la hubieran invitado a ese tipo de fiesta, yo la hubiera alentado a que asistiera, no por el valor del tipo de actividad, sino por la experiencia. Mis hijas son mucho menos mujeres de spa que yo, y a veces me pregunto si hay cosas que nunca experimentaron porque no iba con mi criterio y por eso no llegaron a conocer algo que les pudiera gustar. Espero no ser culpable de haber decidido por ellas, pero a la vez espero no ser culpable de evitar experiencias ni de forzarlas a tomar decisiones que no estaban capacitadas aún de tomar.
Siento que divago. Estoy viendo un espectro muy amplio de consideraciones dentro de estos temas de cambios sociales y culturales y lo que deseamos para nuestros hijos. Creo que nos hemos vuelto hiper-sensibles en respuesta a una total insensibilidad del pasado. O sea, estamos en la misma polaridad y no estamos creando algo distinto. El sistema rígido en que los padres determinaban totalmente el futuro de los hijos puede haber dado lugar a un sistema en el que estamos forzando a los niños a tomar decisiones antes de tener la capacidad de hacerlo de manera orgánica.