Por Alex Campos
Son las 6:30 am y suena el despertador como cada mañana, me cuesta trabajo abrir los ojos , la noche anterior uno de mis hijos no podía dormir porque tenía pesadillas, así que con la esperanza de dormir una cantidad decente de horas justo a las 2am de la madrugada lo cargué de su cuna y lo puse en medio de la cama, no sé qué era mejor, si tratar de calmarlo e intentar arrullarlo para que siguiera durmiendo en su cuna o dormir peleando entre sueños para quitar su pie de mi cara. Por cierto, ahora que dormí con su pie en la cara me di cuenta que su mameluco ya está roto de uno de los pies, habrá que arreglarlo para que pase a ser del bebé.
Escucho el sonido de la regadera, con un ojo a medio abrir, logro alcanzar mi celular para apagar la alarma, mi esposo ya está bañándose, lo que quiere decir que debo apresurarme para bajar a hacer el café y poner la comida que se llevará, ay no, olvidé cocinar el pollo que se iba a llevar y es que los niños se comieron todo y no le dejaron nada para llevarse al trabajo y es que he estado tan cansada que me ha costado trabajo recordar todos los pendientes.
Hace unos días debía llevar el costal de reciclaje del colegio de los niños y justo cuando íbamos en el carro mi hija la mayor dijo “Mami hoy es día de reciclar”, sentí un bajón en el estómago, apenas y teníamos unos minutos para llegar, noquiero regresarme por el famoso costal verde porque entonces tendré que bajarme yo a dejarlos a la puerta y justo hoy sólo me puse unas pantuflas, una sudadera que esconde mi pijama o intento de pijama, sin nada que sujete lo que hay que sujetar, no hay tiempo y un poco de corrector hizo su mejor esfuerzo para esconder esas ojeras traicioneras que, aunque nadie las invita siempre están ahí.
Así hay días, semanas que siento que mi mente necesita más memoria… tal vez una usb que guarde todo el excedente y ¿qué tal si inventarán un teletransportador para mamás?, así no pasaría la mitad de mi día manejando y si hubiera más de un pendiente en el dia (normalmente lo hay) lograría llegar en tan sólo unos segundos.
Me urge pintarme el cabello y de mis uñas ya ni hablemos eso uno u otro, sería un sueño hecho realidad perderse por un día entero y arreglarse todo lo que se pueda arreglar.
Creo que está es la etapa más cansada que he vivido en todos mis años, mis niños son aún pequeños y aún hay mucho por recorrer, así que intento mantenerme positiva y reírme un poco al final del día cuando me miro al espejo.
He tipificado ya mis looks, chongo casual, chongo Sport para el gimnasio y chongo para compromisos casuales, aún trabajo en mejorar este último, pues el objetivo es que no se vea la liga que amarra mi cabello y se vea que me tomó más de 5 min hacerlo….
Pffff extraño arreglarme y disfrutarlo, planear un atuendo, cambiar los colores de mis uñas, hacer citas en el salón para cambios de look más allá de un tinte que no tarde más de 1 hora pues tengo que regresar a casa con mis pequeños.
La alarma ha vuelto a sonar, mi esposo ha salido de bañarse y de pronto me doy cuenta de que los minutos me han ganado, pasó mientras yo divago en mi cama con la mano de mi mediano tomando uno de mis dedos.
Debo apurarme si quiero que todo el dia no se convierta en caos…
Esos deditos tomando mi mano… me han hecho recordar como en medio de toda la histeria de esos días en los que no veo la luz, las noches en las que no duermo o duermo poco, las mañanas corriendo contra reloj, las porciones extra de café para aguantar el día, mis ganas de no dejar de ser yo y al mismo tiempo ser otra con la mejor parte de mi viejo “yo“, las uñas sin pintar, el cabello sin arreglar, la camioneta llena de juguetes y migajitas de galleta ,las manitas pintadas en algunas de las paredes de la casa, la lucha constante por cumplir con criar de la mejor manera a mis pequeños pues es mi promesa a este mundo que tanto me ha dado.
Y otra lucha inagotable por cumplir también conmigo misma y librarla cuerda en el intento.
Las noches en las que me dan ganas de llorar por cansancio o por guerras emocionales, levantarme con una sonrisa aun cuando hay etapas en las que no todo anda bien.
Esta es la misión más bonita, divertida, difícil, agotadora e increíble de mi vida, pues mientras pienso todo esto hay una manita gordita tomando la mía como lo más amado que hay en su vida. En esta etapa soy su mundo, su súper héroe, nadie mejor que mamá para vencer las pesadillas nocturnas.
Ellos creen en mi más de lo que yo a veces puedo creer, incluso, me atrevo a decir que ellos ven en mi lo que yo aún no descubro y eso es vitamina.
Es hora de levantarse y esa manita ya me dio un apretón de dedos que me da la energía para comenzar el día…
Amarro mi cabello, echo mano a mi corrector y me emociono de que mi mejor amiga la cafetera me espera, tomo el primer sorbo y me emociona subir a despertar a mis pequeños. Un abrazo, un beso con ese olor de bebé que dejó el shampoo del baño de la noche anterior, unas cosquillas en la pancita de mis pequeños y esas carcajadas que me dan vida.
En medio del cansancio y del caos, de las dudas y de las preocupaciones que traen consigo el amar tanto y desear lo mejor para ellos, puedo disfrutar de ser su máximo.
Así que a disfrutarlo mientras dure, pues no siempre seré su mundo, no siempre me necesitarán para vestirlos, llevarlos al colegio, hacer su desayuno y esas noches en las que sólo mamá quita sus miedos también se irán.
Después de todo, espero que mis chongos en varias versiones, los correctores, mi amigo el café y mis queridas pantuflas estemos juntas y disfrutándonos mientras ellos crecen.
Todo mi mundo gira a su alrededor y aunque me quejo no podría vivir sin ellos. No hay viajes, guardarropa o profesión que me haga más plena y sentirme más amada que ellos.
¡Feliz día a las mujeres más trabajadoras del mundo… las mamás!