Por Lorena Salas
En la vida le podemos temer a muchas cosas, desde cosas concretas hasta lo más abstracto que podamos imaginar, por el lado tangible se me viene primero a la mente todo aquello ser viviente de cuatro patas que corre de forma escurridiza por los rincones, sí hablo de los asquerosos roedores (nótese mi aberración), ah y no se diga las cucarachas y más si salen volando, ya de sólo imaginar se me eriza la piel y mi corazón se acelera.
Habrá quienes como a mí les produzca un miedo irracional este tipo de cosas, pero también están aquellas cosas que no se pueden tocar, sino sentir, creo que éstas a veces resultan más en un cruel juego mental que pareciera no tener salida. ¿Cuáles cosas? se preguntarán, pues de entrada la que a muchos le tememos (y me incluyo porque hasta hace poco la asumí), y no, no es la muerte. Hablo de la soledad. Ese sentimiento de vacío que nos lleva a un estado de vulnerabilidad absoluta.
¿Por qué le tememos a la soledad? Yo era de las que decía que disfrutaba estar mejor sola que mal acompañada e incluso llegué a pensar: “soy tan fuerte que puedo esto y más, puedo vivir sola con mis dos hijos, yo puedo”. Pues la realidad es otra, llegué a un punto de afrontar este miedo que tenía bloqueado por irónico que suene, me di cuenta que soy tan fuerte y tan frágil a la vez y comprendí perfectamente a quienes pasan por lo mismo.
Ahora mismo trabajo en este temor, y no sólo basta con rodearse de personas, esto no se quita de la noche a la mañana, requiere de tiempo, paciencia, fuerza mental y espiritual, y como siempre digo: “un día a la vez”. Lo importante aquí es hacer consciente cualquier miedo que puedas tener y aprender a sobrellevarlo, ¿cómo? Hablarlo con alguien, buscar ayuda profesional, realizar actividades que te conecten con tu Ser Superior como el yoga y meditación, escribir, hacer ejercicio, estar en contacto con la naturaleza, y sobretodo, irlo afrontarlo y superando poco a poco.
Si en estos momentos estás experimentando algún tipo de temor, respira profundo y piensa en todas las personas que te aman y se preocupan por ti, por trillado que suene, nunca estamos solos, los temores como la vida misma son pasajeros y al final si los sabemos sortear, habremos ganado una batalla más para seguir avanzando.