Por Lorena Salas
¿Te ha pasado que cuando entras a una habitación de inmediato puedes experimentar una sensación? Los espacios no sólo transmiten emociones, sino que también reflejan directamente cómo estamos en nuestro interior.
Si hiciéramos una radiografía de nuestra casa y repasáramos a nivel general cada habitación, lo primero que habría que cuestionarnos es cómo nos sentimos al estar ahí. Si lo que manifestamos es paz, tranquilidad y armonía, seguramente donde estamos pisando es un espacio limpio, ordenado, iluminado y con espacios abiertos donde pueda fluir el aire.
Contrario a lo anterior, en ocasiones puedes llegar a sentir agobio, depresión, estrés o ansiedad si donde te encuentras es un lugar sucio, lleno de cosas por todos lados y encima sin luz ni ventilación.
Varias veces me he topado con gente que dice “sólo yo me entiendo con mi desorden”, o “así me gusta vivir” o la típica frase de “¿para qué limpio si se vuelve a ensuciar?”, si revirtiéramos esas frases a la pregunta crucial de “¿cómo te sientes?”, todo empieza a tomar sentido.
En términos de frecuencia vibracional, la física cuántica nos dice que todos somos energía y cada sentimiento proyecta una vibración alta y baja. Es aquí donde el ambiente representa un rol importante en nuestro estado anímico, por lo tanto, si lo que deseas es elevar tu energía mediante armonía y bienestar, entonces cuida lo que ya tienes generando así abundancia y atrayendo cosas buenas a tu vida.
Los expertos en interiores y algunos terapeutas recomiendan incluir los cuatro elementos en cada espacio: aire (ventanas abiertas), agua (un florero), tierra (plantas), fuego (la luz del sol). Con esto se genera el equilibrio energético indispensable para balancear nuestro estado anímico.
Al principio cuesta mucho iniciar los cambios, pero te aseguro que, si poco a poco te vas organizando y haces una rutina diaria de limpieza y orden en tus espacios, tu salud emocional y mental te lo agradecerá, hasta desearás pasar más tiempo en casa disfrutando de tus propios “santuarios”.