Por Daniella Monarez
Llegó la más temida de todas las preguntas.
¿Y mi papá?
A decir verdad no fue una, fueron varias.
¿Cómo se llama?
¿Qué hace?
¿En qué mundo vive?
¿Porque no vive en ésta casa?
Cuando por fin pude responderle todas las dudas que tenía mi hija acerca de su padre, ella solo finalizó diciendo: Yo lo amo mucho, aunque no lo conozca.
En ese momento sentí una enorme paz, porque sé que esas palabras solo las puede recitar alguien lleno de bondad y amor, me tranquilizó saber que ella solo alberga amor en su corazón, sin espacio para el odio, y quiero y pretendo que así permanezca. Así mismo me reconocí por considerar que mi trabajo ha sido bueno.
Tengo un diplomado en tanatología, lo hice mucho antes de incluso estar embarazada, en un afán de comprender a mis pacientes enfermos, pero al final del día, los grandes maestros que tuve me enseñaron cosas que poco tienen que ver con la medicina y mucho con la vida, tanto la ajena como la mía, y ahí mismo fue donde aprendí lecciones tan hermosas como intensas, mismas que son:
- A los niños solo les falta lo que los adultos les dicen que les falta.
- Los niños están hechos de mitad papá y mitad mamá, el negarles cualquiera de éstas dos partes, podría causarles conflictos importantes.
- Por último, pero no menos importante, decir LA VERDAD, por sobre todas las cosas. Obviamente no le diré que su padre biológico me golpeó alguna vez, pero utilizaré una verdad moldeada, sin que sea precisamente una mentira.
Y con éstas tres máximas en mente fue como fui capaz de manejar este asunto con mi hija. Detuve lo que estaba haciendo, tomé un gran suspiro, me coloqué en cuclillas para quedar a su altura y sin pensarlo de más, solo respondí:
– Si tienes papá, su nombre es Ricardo Coronado Sánchez, es doctor de los que ayudan a las mamás a tener a sus bebés (ginecólogo), vive en su propio mundo y no vive en ésta casa, porque él tiene la suya. A veces los papás o las mamás no viven en las mismas casas que sus hijos y eso también está bien.
El darle datos específicos la hizo aterrizar su realidad, y no necesité profundizar más. Decidí decir la verdad a secas, e ignorar a quienes me han dicho que le diga que ella no tiene papá o que se murió, simplemente no podría argumentarle una mentira, yo elijo no quitarle nada a ella.
Esto no significa que me haré responsable de las acciones que su papá biológico ha decidido tomar, como estar totalmente ausente de su vida e ignorar a Ama como su hija primogénita, hasta el punto de ni siquiera conocerla, ésta y muchas más han sido las elecciones que tanto él y su familia nuclear han determinado. Tienen 4 años y medio perdiéndose de un ser humano tan puro que les robaría el corazón en dos segundos, a veces sospecho que el miedo a ése robo es lo que los mantiene alejados.
Mi hija tiene los dos apellidos que a mi manera de ver le corresponden, el de mamá y el de papá. No negaré que si me acarrea problemas e incomodidades como trámites administrativos o que la placa de familia fundadora en el colegio donde ella está diga familia Coronado Monárez, cuando en realidad nunca hemos fungido como tal.
De la pensión alimenticia ni hablemos, porque es inexistente.
Siempre supe que llegaría el día de las temibles preguntas, ojalá mis respuestas le traigan tranquilidad a su inocente corazón, porque obviamente todo esto le ha venido de inquietudes que le han surgido al ver que su prima o compañeros de la escuela hablan acerca de sus papás.
Comparto la manera en la que llevé a cabo éste proceso con mi hija, pero no omito puntualizar que todo lo comentado ha sido la opinión personal de su servidora sin pretender ofender ni debatir al resto de las personas que viven alguna situación similar a la mía y que han optado por hacer algo diferente, el cual merecen todo mi respeto. Así como tampoco mi afán es el de exponer a su padre biológico, pero estoy convencida de que si no alzo la voz, yo también me convierto en cómplice de la sociedad que es parte del gran “secreto a voces”, de los que conocen el origen de mi hija y me niego a ser de los que no dicen nada.
Al finalizar la charla que tuve con mi hija, solo terminé diciéndole una gran verdad: “Ama, eres muy amada, por toda tu familia, la familia que conoces y con la que convives diario e inclusive por personas ajenas como por ejemplo nuestros vecinos, tus amiguitos del colegio, tus maestras, en fin, por toda persona que te llega a conocer, porque eres una persona tan noble que haces que cualquiera sea capaz de amarte. Siempre siéntete amada y afortunada porque tu vida está rodeada de amor.”