Por Lorena Salas
Cada año ocurre en el mundo un fenómeno conocido como solsticio de verano, que en términos astronómicos refiere que la Tierra, en el Hemisferio Norte se encuentra más cerca al Sol, en tanto que está más alejada de éste en el Hemisferio Sur. Este acontecimiento tiene cabida entre el 21 y 22 de junio y para muchas culturas representa fertilidad, salud, protección y purificación.
El verano está ligado intrínsecamente al Sol, ese astro poderoso que nos brinda luz y calor a donde quiera que vayamos, trayendo esa calidez tan deseada para muchos que pasamos intensos inviernos.
Este periodo es para mí la culminación máxima para llevar a cabo esas ideas y proyectos que se venían maquinando desde estaciones pasadas, ahora es cuando más podemos tomar determinación de las cosas. Las tristezas, el dolor, las experiencias buenas o malas ya quedaron atrás enterradas en la nieve y en los gélidos vientos, ahora mi cuerpo, mente y alma se avivan con ese fuego espiritual del que me invade el verano.
Habrá quienes se identifiquen más con el otoño, invierno y la primavera, pero cada estación trae consigo un aprendizaje y una representación exacta de cómo nos sentimos en el interior. La naturaleza es sabia, y como tal, confío en sus poderes energéticos para conectarnos en este caso, con el verano, trayendo consigo la fuerza indiscutible del calor, esa sensación necesaria para darnos vida y sentirnos protegidos.
Al igual que los otros solsticios, el de primavera e invierno, el de verano viene cargado de muchas celebraciones y rituales alrededor del mundo, por ejemplo, en las fiestas de San Juan se acostumbra encender una fogata y quemar ahí todo lo viejo ya sea cosas o intenciones en papel, esto con el fin de buscar la purificación y seguir evolucionando.
El día del solsticio de verano es el más largo del año y tiene la noche más corta, como si caprichosamente el Sol nos quisiera invadir con su luz para poder llenarnos de esa energía, y es que, a nivel espiritual trae consigo un proceso de despertar la consciencia y reflexionar para así alcanzar la iluminación.
¿Cómo conectarnos con la energía que proyecta el verano? Podemos partir de un ejercicio de introspección hacia lo que queremos desechar, nuestros miedos, angustias, dudas, plasmándolos por escrito una vez hecho previamente una reflexión, y después quemarlos para que la fuerza purificadora del fuego haga su trabajo. Otra actividad que ayuda mucho es la meditación para estar en contacto con tu Ser Superior y llenarte de esa luz que te lleve a un estado de consciencia pleno.
El hacer actividades al aire libre también nos ayudan a conectarnos más con la naturaleza, nos salimos del encierro y descubrimos nuevas sensaciones que estaban escondidas. El Sol en todo su esplendor viene a contagiarnos de su potente vitalidad para inyectarnos ese algo que nos hacía falta.
Hasta hace poco descubrí que el celebrar el solsticio de verano no era para mí una prioridad ni algo que me llamara la atención, de hecho, no era mi estación del año favorita, no fue hasta que descubrí su verdadero significado, y hoy más que nunca agradezco que se aproxime esa fecha para festejar la luz que triunfa sobre la oscuridad.
La luz representa para mí todo lo nuevo que está por venir, la reinvención total de mi vida, el renacimiento del amor visto con otra perspectiva, la culminación de mi búsqueda por definir quién soy y a dónde quiero llegar. Es ahora cuando recibo con más fuerzas cada atisbo de luz y calor que pueda para llenarme de esa energía purificadora que sólo esta estación nos puede brindar.