Imagina si todos supiéramos…

Por Dona Wiseman

 

Hace días daba un taller de Eneagrama cuando una de las participantes declaró (sonando a un eco de Odin Duprey), “¡Esto debería ser canasta básica!”  A partir de ese comentario, que a cualquier facilitador o maestro encantaría, nos pusimos a comentar el significado del comentario en sí y cómo el autoconocimiento, el proceso personal y la conciencia podrían construir una sociedad muy distinta a la de hoy.  Entre más me conozco y más maduro, más entenderé cómo participo en los males de la sociedad.  Sí, yo participo.

Ya pasaron las elecciones y descansamos un poco de la crítica y los juicios en contra de las personas que piensan distinto a nosotros.  Ah, no, no es cierto. Ya viste.  Sí participamos.  Seguimos oyendo y leyendo como una diferencia de opinión provoca una lluvia de maldiciones e insultos.  No habrá cambio en la sociedad sin el cambio individual, y ese cambio individual no tendrá lugar si no podemos aceptar que no tenemos siempre la razón y que, aunque la tuviéramos, no siempre ganamos.  Otra cosa que urge es darnos cuenta que no hay partido político, país, ni grupo de ningún tipo que tiene entre sus miembros a puras personas que sean aceptables para nosotros en su comportamientos y actitudes.

El cambio de la sociedad se dará en la medida en que cada individuo le entre a su trabajo personal de observarse en sus experiencias y conocer sus reacciones y acciones, actitudes y juicios para así constatar que no es la búsqueda de la perfección (en mí ni en el otro) lo que soluciona, sino la intención y el trabajo hacia la conciencia y el conocimiento de nuestras intenciones e imposibilidades.  Dicho de una manera más simple:  No es importante que el vecino y yo estemos de acuerdo en cómo se evita que haya basura en la calle, lo importante es saber que a los dos nos importa lo suficiente para que ninguno de nosotros sea capaz de tirarla, todo mientras él viste unos colores y yo otros para el partido de futbol del domingo.

Recuerdo haber leído un reportaje en una ocasión sobre un momento en un lugar en Medio Oriente, durante un tiempo de guerra, cuando se turnaban cristianos y musulmanes para hacer guardia mientras el otro grupo rezaba y asistía a sus cultos religiosos. Así.  Sueño un mundo así.  Pero para que mi sueño tenga siquiera opción de germinar, yo tengo que ser así.  Así de simple.  Hay una declaración que hemos oído todas, creo.  Aquí la toma, y la reafirmo:

No estaré de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho de decirlo.

Yo estoy lista para trabajar con los demás y no a estorbar porque no son de mi bando… ¿y tú?

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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