Por Elena Hernández
Amiga mía, que me lees ahora, y me has escuchado antes cien veces, te lo pongo por escrito para que nunca lo olvides, para que cada vez que sientas tu camino perdido o el reloj pisoteando tus talones, tengas a donde recurrir para recordar lo que eres hoy, lo que tienes para ofrecer y cuánto vales. Un día tuvimos la misma edad, cruzábamos por el mismo camino y parecía que íbamos en la misma dirección, pero no fue así, la suerte fue distinta, ninguna mejor que la otra, sólo diferente. Hoy te cuestionas lo que has vivido, como si alguien pudiera reprochártelo, como si fuera tiempo perdido, como si hoy tuvieras que pagar un precio a esos años recorridos con o sin pareja en los que el compromiso nunca llegó y que ahora te perturba, te inquieta, te angustia. Tranquila. Dudas de ti, sientes que ya no puedes aspirar a algo grande, a un matrimonio, a una relación estable, a un “buen partido”. ¿Por qué no? Entiendo cuando me dices que ya no tienes juventud, eso es cierto, en contraparte tienes experiencia, autonomía, madurez, tienes muchas cosas que ofrecer a una relación que las “jovencitas de 20” no tienen, eres hermosa, usas lencería sexy y elegante, tienes un cuerpo extraordinario que cuenta una historia en cada centímetro de piel, estás llena de sabiduría, posees un corazón que ya no se anda con niñerías, no estarán tus padres llamando a las 12 de la noche, para preguntar ¿dónde andas? mientras tomas una copa de vino con algún admirador (si lo quieres ver como una ventaja, que claro que lo es) y no estás buscando quien te mantenga, eso debe ser un alivio para muchos hombres también, eres una mujer culta, has sanado tus heridas, sabes claramente lo que te gusta y lo que no, y esto no quiere decir que no puedas aun descubrir cosas nuevas. Vuela tan alto como tú quieras, eres digna de ese gran hombre, mírate eres UNA GRAN MUJER, cree en ti, disfruta de ti misma y permítele a él disfrutar de ti. Sé que temes a estas alturas “equivocarte”, pero nadie puede saber cuan equivocado se está si no da primero un paso hacia adelante. Después de todo siempre podemos rectificar el paso. Un día tuvimos la misma edad, hoy yo siento que te llevo 10 años. Así que cuando te mires al espejo, no mires los 40’s, mira esos 30’s que veo yo y todas las posibilidades que tienes a tus pies. Deja que el universo te traiga lo que te ha estado guardando… ¿estás lista para recibirlo?