Por Dona Wiseman
Cuando yo era niña, los popotes eran de papel. Me daban y me siguen dando asco, pero ésa es otra historia. Hoy día tomar decisiones acerca de asuntos como popotes se ha vuelto complejo. En algún momento no solo era sencillo, sino que no eran decisiones importantes y frecuentemente no había alternativa posible. Para una mente como la mía, que da bandazos mareadores entre el más tajante pragmatismo y la convicción inamovible de que las hormigas sí tienen chichis, todo esto resulta cansado. No puedo, ahora, en este presente en que vivimos, tomar una decisión obvia y sencilla. Ya nada me parece así; ni es obvio nada y mucho menos sencillo.
Hoy en la mañana tuve que escoger entre un popote de plástico, uno biodegradable (que se asemeja a, o es, papel) y la compra de un popote de acero inoxidable. ¿Por qué me hacen esas cosas cuando voy tarde a causa de mi característica lentitud matutina? Muy ajena a mi voluntad, me acordé que también hay popotes de bambú. Y me pregunté: ¿Será que en algunos pocos o muchos años alguien concluirá que nos hemos acabado con los bosques de bambú y los de madera dura y suave por la necesidad de popotes? Ya sé que la razón de buscar un tipo de popote que no sea de plástico tiene que ver con la basura, pero mi proceso interno me lleva de nuevo a ver que no hay soluciones perfectas. En esta vida solo podemos hacer lo que nuestros recursos (hablo de conocimientos y conciencia tanto a nivel individual como colectiva) nos permite. Creo que no sabremos los efectos reales a largo plazo de muchas de las cosas que hacemos, de muchas de nuestras necedades (no, perdón, quise decir “necesidades”), hasta después. No quiero participar en una lamentación prematura. No creo que todo lo que hacemos causará tragedias. Creo que la ciencia que hoy poseemos y desarrollamos está más cerca de una “ecología” real, de una colaboración sana entre nosotros y nuestro medio. También creo que somos cada vez menos ignorantes.
Estamos en proceso; como individuos, como especie, como sociedad. Y ese proceso hoy me llevó a pensar que sería bueno tener un popote de acero inoxidable. Más de una persona me dirá: ¡Qué ridícula! Y sí, hay algo de eso, porque sigue de aquí la funda para el popote, bolsas con compartimientos especiales para popotes…y descubrir que las hormigas en efecto tienen chichis.