Por Alex Campos
Un cambio de ciudad, de casa, de trabajo, una separación o quizá un cambio de rutina que de alguna manera la vida te obliga a hacer.
Hace algunos años solía ser la típica persona que evitaba los cambios drásticos, la verdad nunca les he tenido miedo, pues desde pequeña tuve 2 cambios de ciudad por ende de colegios, casas y amigos, sí, creo que de algún modo la vida ya me daba aviso de que mi vida siempre traería cambios drásticos y que debía hacerme a una masa moldeable para caber en cualquier molde.
¿Has tenido cambios que te retén a conocerte mejor?
Seguramente contestaras que si claro, cualquier cambio te obliga a moverte un poco o mucho de tu zona de confort, te hace cuestionarte un millón de preguntas que a veces traen respuesta meses después o tal vez nunca, sólo son cambios que sabemos se deben hacer.
No sé si te ha pasado, pero hace poco mas de 1 año experimenté un cosquilleo inquietante cuando mi esposo me presento la oportunidad de mudarnos a otra ciudad por motivos de trabajo.
Si alguien escuchara cómo comenzó todo, seguro dirían ¿para qué? Es decir, todo marchaba excelente, no había motivo alguno que nos obligará a tomar una decisión así.
Pero por algún o muchos motivos. Son hablarlo de manera muy específica, era obvio que ambos buscábamos la oportunidad de respirar otros aires, quizá inquietud por emprender vuelo alejados de lo que conocíamos cómo nuestro hogar, o tal vez , renovar el espíritu luego de algunos hitos en nuestra vida que nos habían sacudido y regresado a nuestro lugar, sin que nosotros tuviéramos tiempo a decidir levantarnos antes de hacerlo de manera automática y casi igual a cómo un resorte vuelve a su forma luego de recibir una fuerza externa.
A veces no entendemos bien porque solamente necesitamos el cambio.
Renovarnos, retarnos, desprender, olvidar, valorar, liberar, entender, extrañar, sorprendernos y encontrarnos una vez más.
Estas son las palabras que puedo abrazar luego de un cambio cómo el que mi familia y yo decidimos hacer.
No importa quién lo entienda, mientras sepas que es momento de.
Nosotros decidimos hacerlo 5 meses después de que naciera nuestro tercer hijo con Síndrome de Down y poco más de 1 año después de que nuestro hijo de en medio llevara un tratamiento de plagiocefalia que por su nombre se oye aterrador, pero no lo es y esa es otra historia.
Lo que viene con un cambio te deja aprendizaje en todos los sentidos, te da un sentido de pertenencia con una perspectiva muy distinta a la que tenías.
Un cambio…
- Te obliga a encontrar balance donde probablemente ni si quiera hay planicie.
- Te da una necesidad insaciable de introspección.
- En los silencios incómodos terminas hablando contigo misma logrando que pierdas el miedo a conocerte mejor.
- Te mueve el piso una y otra vez retando a que encuentres, cómo puedas, la tevn8va para no resbalar y quedarte limpiando el piso.
- El cambio te prepara cómo la masa de un pastel, ese pastel de receta deliciosa, laboriosa y con su secreto de sazón pero que se disfrutará desde el primer bocado.
- Te trae la oportunidad de conocer y encariñarte con gente nueva, que te mostrará un lado diferente del cuadrado.
- Te une o te separa de lo que más amas.
- Te reinventa, te añade, te libera y te sorprende.
Todo cambio, por aterrador parezca, es bueno, no le tengas miedo al cambio. Sujétate fuerte y disfruta la montaña rusa de emociones, al final dejará algo bueno.