Por Ivonne Orozco
Dicen que la naturaleza es tan sabia que cuando llega el otoño los árboles se tiñen de naranja con tonos amarillentos parecidos a los rayos del sol, la naturaleza pone esos colores para sustituir la ausencia de sol que genera nostalgias y resta energía.
Tenemos en la Sierra de Arteaga árboles de tonalidades solares, del color de la calabaza, de los tejocotes, del camote y de los árboles de maíz. Llegan también las mandarinas, con cantidades de vitamina C para los resfriados.
El ponche y sus diversas frutas, la canela, el anís, la flores de jamaica, tamarindo, ricos tejocotitos, cañas y ciruelas pasas.
El ponche con piquete.
El ponche con amor.
El ponche para el frío.
La naturaleza es nuestro reloj, nuestro menú, nuestra guía y nuestra razón creativa para alimentar nuestros corazones.
El otoño es el poema de las estaciones del año.
El otoño deja ver la unidad y como el ser humano junta la familia en la calidez del fuego, los atoles los champurrados el chocolate y sin duda los deliciosos ponches
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