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SEMANA INTERNACIONAL DE LA CRIANZA EN BRAZOS

Por Clara Zapata / La Liga de La Leche A. C.

¿Quién no ha visto a una mujer, madre, hermanita cargar a un bebé en su espalda en algún viaje o fotografía de nuestras comunidades originarias en México o Africa o en otras partes del mundo? Es una práctica muy común que en los lugares “modernos” y “civilizados” es extraño mirar. Incluso, existen muchísimos mitos que se han transmitido de generación en generación que nos obligan a dejar a nuestros hijos lejos de nosotros desde el primer momento del nacimiento.

La semana pasada tuve la fortuna de participar en un encuentro muy emocionante que celebraba la Semana Internacional de Crianza en Brazos y escuché unas palabras que agradezco pues resumen muy sencillamente (que son del sentido común y a veces son pasadas de largo) este tema de criar en brazos. Las palabras que salieron de los labios del médico pediatra se pueden resumir en lo siguiente.

Cuando nos embarazamos, sin duda, si es que nuestro bebé es deseado o nos sorprende su llegada, todo es incertidumbre y felicidad. Preparamos con minuciosidad el momento en que vamos a anunciarlo y hacemos todo tipo de rituales para ello: ponemos unos calcetines en la almohada de nuestro esposo, dejamos la prueba de embarazo por ahí o a veces esperamos junto con nuestra pareja algunas semanas para develar el secreto.

Luego, vamos al médico y de pronto, escuchamos los latidos fuertísimos que se oyen con ese aparato científico llamado ultrasonido y vemos un punto moverse en una alberca de agua perfecta, el líquido amniótico…

Pasados unos meses, después del sueño eterno y tal vez muchos o pocos ascos, comenzamos a sentir movimientos y se viene el segundo trimestre que dicen que es el más placentero. La oxitocina viaja por todo nuestro cuerpo, haciendo que nuestra sonrisa nunca se vaya de nuestro rostro, que estemos contemplando el mundo desde una nube despistada, que nuestro deseo sexual se vuelva loco y que los antojos lleguen sin avisar…

Por ahí, llega el momento de conocer el sexo de nuestro bebé, la ilusión se deja ver… Y volvemos a hacer los rituales: rompemos el gigantísimo globo en una fiesta y al explotarlo todos se enteran si será hombre o mujer. Y aquí llega el dilema: ¿qué nombre le pondremos? Buscamos en cada ancestro alguien que haya sido héroe o compramos libros para conocer los significados de cada nombre… a veces lo haremos simple y le pondremos como al papá, al abuelo y al bisabuelo (o la suegra, o la madre y la abuela, etc.) y otras alguno que tenga sinónimo de libertad, fortaleza, pureza o gloria…

Cada semana, cada día y cada mes que sigue se convierte en una espera maravillosa pero en ocasiones, cuando ya se llega casi la hora, impaciente. Rara vez podemos dormir de panza y el reloj nos tiene a la expectativa. Las pataditas son permanentes y es el momento en que deseamos con enorme gusto tener en nuestros brazos a esa preciosa creación, la unión de dos corazones y el milagro de la vida…

Y llega el día, el gran día que esperábamos, muchas veces, fuera de nuestros planes. Podemos tener un parto natural sin medicación, con medicación, con intervenciones o sin ellas o una cesárea muchas veces no deseada. Y, ¿qué pasa ahí, justo en ese instante en que nuestra criatura sale de nuestro vientre?

Lo más probable es que le demos un beso y no lo veamos más dentro de unas 3 o 4 horas. No es siempre pero suele suceder. Y después de esas cuatro horas, traen a nuestro bebé envuelto con una cobija y en un sueño interminable. Intentamos amamantar pero es muy difícil porque también, lo más probable es que ya le dieron algo de tomar, por si acaso… Pero luego también, deciden pasearlo hacia los cuneros y devolverlo hasta quizás la mañana siguiente para dejarnos descansar… ¿Dónde quedó el deseo de tenerlo en nuestros brazos?, ¿Pensábamos que todos pensaban igual que nosotros?, ¿No será que ese bebé será nuestro por los próximos 20 años (cuando esperemos que se independicen) y que sí podemos cuidarlo desde sus primeras horas de vida? ¿Por qué no tenerlo pegadito, cerquita, en nuestro pecho? ¿Por qué no embracilar a un bebé? ¿Nueve meses para llegar aquí?

En un próximo texto podremos profundizar en los beneficios probados científicamente sobre cargar a nuestros hijos, pero hay que enfatizar y afirmar que AQUÍ empieza la crianza en brazos, desde siempre, desde el nacimiento y que es necesario que busquemos maneras de sensibilizar a toda la sociedad para que juntos construyamos sociedades más pacíficas y amorosas. Siempre juntas, nunca solas.

Clara Zapata: Soy Clara, etnóloga chilena-mexicana. Tengo dos hermosas hijas, Rebeca y María José, con Joel, mi regiomontano amado. La libertad y la justicia son mi motor. Creo plenamente en que la maternidad a través de la lactancia puede crear un mundo más pacífico y equitativo y por eso acompaño a familias que han decidido amamantar. Amo la escritura, la cultura y la educación.
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