SURREALISM, SIN LIENZO

Por Dona Wiseman

Soy extranjera.  He vivido en México muchos años (45 de hecho).  Ayer, 20 de octubre, fue el aniversario del nacimiento de mi primera nieta (la única nieta), Nikky.  Ella no se pudo quedar en esta vida.  Nació a los 5 meses y partió a los minutos de haber llegado.

Anoche salí un rato con mi hija, su marido y una amiga.  Teníamos ganas de escuchar música, tomar algo, una botana, y así.  La noche superó nuestras intenciones, o las mías cuando menos.  Las sorpresas fueron muchas.  Escuchamos a un grupo country que toca Zombie, de Cranberries y Hotel California de Eagles y un par de temas de The Beatles, y que igualmente tocó una de las canciones favoritas de mi madre y resucitó mis recuerdos de la película “Urban Cowboy”.

El grupo grande en la mesa adjunta se componía de una mezcla de mexicanos y estadounidenses (asumo) celebrando una boda.  La novia estaba vestida un poco al estilo Frida Kahlo, y el novio traía un traje típico escocés con falda escocesa y barba “peinada” con dos “colitas” o “trenzas”.  Su tartán (la tela típica escocesa) era verde seco con azul oscuro, según logré percibir.  Un tartán es específico del clan al cual el portador pertenece y todos son distintos, convirtiéndose en un tipo de escudo familiar.  Disfruté la presencia de esa imagen.  Una buena parte de mi sangre es escocesa y justo hacía un día que mi hijo me había preguntado algo sobre mi apellido.

En la barra estaba un grupo de estadounidenses (de nuevo asumo) de los cuales dos, cuando menos, eran de las personas que no tenían ritmo.  Es fascinante mirar los intentos de alguien de llevar el ritmo de la música sin lograr empatar con la canción.  Creo que es más fácil atinarle aunque sea por error que estar fuera de ritmo siempre; todo un talento.  De este grupo de hombres más de la mitad se alcoholizaron mucho y terminaron en lo que se reportó como una riña y que requirió del equipo de seguridad del establecimiento y la policía.  Creo que no pasó a mayores, pero me quedé pensando como la diversión, que comienza como sana y sin intenciones seguramente de pasar a más, a veces se vuelve un asunto de pérdida de control e inconsciencia. No creo que eso sea divertido.  No lo es para mí.

Cada persona con quien nos cruzamos en cualquier momento y lugar de la vida tiene una historia que nos sorprendería si tuviéramos la oportunidad de escuchar.  Cada una de las personas en ese lugar anoche vivía una experiencia diferente.  Era un día diferente para cada una.  Yo anoche recordé, observé, canté, reí, aplaudí, platiqué (hasta con mi hijo a distancia), tomé y comí (poco – estoy a dieta).  Hay fotos que dan testimonio.

Me gusta cuando la vida no es lo que espero, cuando plantea retos a lo creído o considerado, a las formas planteadas a partir de conocimientos parciales.  Me gustan las sorpresas y que me asombre la vida.  Me gusta que ninguna experiencia individual pueda considerarse la totalidad del momento en sí.   Entre más vivo, más me doy cuenta que el mundo parece un cuadro surrealista sin lienzo.

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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