Por Laura Prieto
Estaba la tatuadora haciendo una manga,
folclor mexicano su cliente deseaba
calaveras de azúcar, muñequitas otomíes,
flor de cempasúchil y El Santo por ahí.
La tinta fluía, el cliente sufría,
“ya mero acabamos” Laura decía,
“Unos últimos detalles y terminamos”.
El cliente feliz admiró sus tatuajes,
reía y lloraba el tatuaje encantaba,
en eso un estruendo y un frío sintieron,
llegó la huesuda con tanta premura,
“A ti tatuadora te voy a llevar
a que tatúes a los del más allá”
Ahora la tatuadora dibuja y festeja,
y cada dos de noviembre a su estudio regresa.