Por Dennis Charles
En estas últimas semanas la nostalgia me ha invadido, los días de calor han ido desapareciendo, por lo que he tenido la ardua tarea de desempacar la ropa de invierno, y para mi gran sorpresa, a mis hijas ya no les queda la mayoría de las prendas. Cuánto han crecido en este último año, al desdoblar su ropita, los recuerdos también se desdoblan y vienen hacia mí, cada una trae su propia imagen, recuerdo desde la vez en que les compramos cada una de las prendas (en ese entonces pensaba que las usarían por mucho tiempo) hasta en todas aquellas pocas ocasiones en que las lucieron.
Cuesta mucho el hacerte la idea de que tus hijos algún día dejaran de ser niños, dejarán de jugar, ensuciarse en el lodo, de hacer travesuras y de depender de ti. Todos los padres nos encontramos con dos sentimientos diferentes, por un lado, el deseo de ver a nuestros hijos convertidos en adultos felices y exitosos y, por el otro lado, la nostalgia y el deseo de poder detener a nuestros hijos y mantenerlos para siempre en la edad que actualmente tienen.
La infancia es tan corta, pasa de manera rápida y sólo vuelve a reaparecer cuando te haces nuevamente niño y juegas con tus hijos y tiempo después, con tus nietos. Cada segundo pasa, es un instante menos que tendrán tus hijos para ser niños. Los recuerdos, las experiencias y emociones que experimentan nuestros hijos durante su infancia, determinaran el tipo de adulto que serán cuando ellos crezcan, y de nosotros va a depender el que nuestros hijos desarrollen o no, habilidades y cualidades para que puedan desempeñarse en la sociedad cuando sean mayores; de nosotros va a depender también, el que nuestros hijos disfruten o no de esta etapa tan corta.
No te enganches con los problemas diarios de la vida; si tu hijo hace un berrinche, respira y recuerda que es parte de su desarrollo y algún día dejaran de hacerlo; no te estreses si tus hijos se ensucian, para ellos es divertido; deja que tus hijos duerman a tu lado, algún día no vivirán contigo y desearás regresar el tiempo; no dediques todo tu tiempo en regañarlos, castigarlos y gritarles, es más efectivo darles un abrazo fuerte al momento en que están llorando o pataleando, tal ves al abrazarlos tendrás el mismo resultado que cuando les gritas: detener una mala conducta, pero con el abrazo estarás creando conexión, le estarás dando a entender a tus hijos que cuando estén pasando por un mal momento, un abrazo puede ser la mejor solución.
Da nostalgia el recordar a tus hijos cuando eran bebés y más pequeños, da tristeza pensar en aquellos momentos que los podías cargar y que te sentías tan necesitada por ellos; pero daría mas tristeza que cuando lleguen a ser adultos, te des cuenta que no disfrutaste con ellos su infancia, que te enfocaste solamente en proveer lo material, dejando lo afectivo a un lado.
Los hijos crecen más rápido de lo que nos gustaría a nosotros, así que lo único que nos queda por hacer, es disfrutar con ellos cada una de sus etapas. El día de hoy te invito a conectar con tus hijos, siéntate con ellos a jugar, involúcrate en sus juegos, disfruta con ellos, abrázalos y diles lo especial que son en tu vida.