Por Dennis Charles
La meta de toda persona es pertenecer, según la psicología individual de Alfred Adler. Los niños que no se sienten importantes y parte de un grupo, llegan a comportarse de manera inadecuada; ellos van creando decisiones en base a lo que sienten y piensan de los demás (adultos) y del mundo que los rodea, y estas decisiones los lleva a una conducta. Si ellos piensan que no son importantes, decidirán (inconscientemente) comportarse inadecuadamente y se van creando percepciones equivocadas de cómo poder pertenecer y contribuir en la sociedad y en su familia y/o grupo.
La mayoría de las veces, por no decir siempre, los adultos somos los responsables de estas percepciones y decisiones que toman los niños y que los llevan a comportarse inadecuadamente; debemos entender el mundo de los niños y cómo ellos lo interpretan de manera distinta a nosotros; a esto la psicología Adleriana lo llama lógica privada, la cuál nos dice que las personas ven la vida desde el punto en donde se encuentran; pongamos como ejemplo una caja formada por dos lados rectangulares y dos lados cuadrados, dependiendo de dónde estemos nosotros ubicados, podemos decir que observamos el cuadrado de la caja mientras que los demás podrán decir que sólo observan el rectángulo de la caja; a pesar de ser el mismo objeto, lo vemos diferente simplemente porque estamos colocados de manera diferente.
Así exactamente es con los niños, ante la misma situación, su percepción es distinta y sus decisiones las harán en base a esas percepciones, lo cual, los llevará a comportarse o no de manera adecuada; y nosotros los adultos somos los responsables de esas percepciones. “Los niños son excelentes observadores pero malos interpretes”.
Un niño que se comporta mal es porque inconscientemente ha decidido que no es importante y qué solo obtendrá atención cuando se comporta así; esta decisión posiblemente la haya tomado por que el adulto no ha logrado darle la atención adecuada que el niño necesita; acciones como involucrarlo en diferentes actividades, pedir su apoyo, pasar tiempo especial con él, planear en conjunto rutinas y momentos especiales, pueden hacer la diferencia. Los niños que constantemente lastiman a los demás lo hacen porque se sienten lastimados y es una manera de poder aliviar su dolor; ante esto, los adultos podemos validar sus emociones y permitirlas que las tengan, pero ayudándoles a encontrar maneras más adecuadas de expresarlas.
La manera en que los adultos se dirigen a los niños será determinante para su comportamiento; debemos recordar que nuestras percepciones al ser distintas pueden ser interpretadas de manera distinta; por lo que la mejor manera de enseñar habilidades a nuestros hijos es mediante el modelamiento y la congruencia; si queremos niños respetuosos, primero tenemos que ser respetuosos con ellos; si queremos niños que no griten a los demás, debemos dejar de gritarles; si queremos niños cariñosos, debemos abrazarlos constantemente. Si nos ponemos en sus zapatos, podremos ver las cosas a su manera y poder entender sus necesidades y simplemente actuar.