Soy Pamela Reyes. Tengo 31 años y en mi vida ha habido un poco de todo. Sí, ha estado llena de momentos, de situaciones, de oportunidades y aún así a veces le ha faltado vida. Soy una persona que ha intentado siempre ir más allá de los retos, que ha querido cargar el mundo, pero con todas las dificultades que la vida presenta, a veces ha sido un poco difícil este proceso.
Les platico un poco. Desde mi infancia se forjó en mí un carácter duro, fuerte, y era difícil para las personas saber hasta dónde podían entrar en mi vida. La gente suponía que mi intención siempre era mantener una distancia suficiente para no sentirme invadida por ellos. Tuve, o tal vez sigo teniendo, una máscara que me mantiene segura ante el mundo. Sí, debe ser extraño leer esto y seguramente te preguntas ¿por qué? Bueno, creo en verdad que para mí ha sido difícil confiar en el mundo. He ido por ahí caminando y conociendo tanto, que a veces da mucho miedo encontrarme con tantas deficiencias.
Hay gente que miente. Hay gente que simplemente no ama. Hay gente que pasa por ahí aprovechándose de todo y todos, y desgraciadamente uno se va contagiando de tanto que en ocasiones termina pareciéndose a lo que no soporta; pesa tanto la contaminación que termino yo también llena de ello.
Luego, llega un momento en la vida en que hay que decidir si seguir embarrada de tanto o deshacernos de lo que pesa, de lo que no nos deja seguir, y es ahí donde nos damos cuenta que es posible seguir, que es posible brotar del fondo. Las ganas de cambiar invaden, se ve que es posible que la propia lucha sea también la lucha de los demás, donde la vida nos permite brillar, donde nos damos cuenta que sí, está en nuestras manos hacer la diferencia.
Soy odontóloga de profesión, coordinadora deportiva en una institución, entrenadora de tochito
de alumnos del colegio, entrenadora de tochito de las alumnas de la universidad, jugadora de tochito en diferentes equipos, seleccionada nacional y MAMÁ. Sí, mi vida está llena de trabajo, de obligaciones, de responsabilidades, pero también está llena de oportunidades, de espacio, de gente y hoy por hoy he decidido abrirme al mundo, compartir con la gente lo bien que me puedo sentir estando cerca de ellos, transmitir mis ganas por enseñarles algo de lo que yo he podido aprender a lo largo de mi estancia en este mundo.
Tengo una familia maravillosa, amigas increíbles, una terapeuta fantástica, alumnos encantadores y voy aprendiendo que la vida es perfecta sabiendo vivirla. Claro, debo admitir que he trabajado mucho para esto y no ha sido nada fácil, pero con el tiempo y con los logros que he tenido sé claramente que lo estoy haciendo bien, que cada día tengo algo nuevo que cambiar; una palabra, una acción, lo que sea, y junto a estos cambios veo como la gente que me rodea lo va notando y voy recibiendo lo mismo a cambio.
¿Cómo combino mi vida de trabajo con ser mamá? Ha sido una experiencia llena de retos. Es lo que me ha hecho trabajar el triple que antes. Tengo un maravilloso bebé de 1 año 5 meses que desde que nació ha ido caminando a mi lado. La experiencia no fue fácil. El embarazo fue duro. A los 4 meses de gestación tuve problemas de salud, una trombosis en la pierna izquierda justo el 24 de diciembre. Desde el primer síntoma que tuve me llené de miedo, de dudas y de pensar que podría ser algo que cambiaría mi vida y la de mi bebé.
Estuve hospitalizada una semana y se me hizo eterna. Tenía muchas indicaciones de los doctores, unos preocupados por mi salud, otros por la de mi bebé. Pasé el resto del embarazo con medicamentos que tenía que suministrar diariamente para poder estar lista cuando llegara la hora de que Pablo naciera al mundo. Cuando llegó el día estábamos hechos un manojo de nervios por todo lo que podía suceder en ese momento. Finalmente Pablo nació y todo pintó increíble, todo estaba en
la normalidad, él y yo estábamos bien.
Está conmigo el mayor tiempo posible. Tengo la fortuna de trabajar en el Instituto Hemingway donde han abierto las puertas para mí y para Pablo. Compartimos los mismos espacios, yo trabajando y él aprendiendo. También me acompaña a mi siguiente trabajo en la Universidad en donde soy entrenadora junto con Daniel, mi esposo, de un equipo femenil de tochito.
Pablo ha sabido tener la paciencia de estar allí durante dos horas todos los días de la semana. El hecho de que él pueda estar conmigo me permite seguir creciendo profesionalmente como entrenadora y jugadora. En ocasiones, tengo la posibilidad de que me acompañe a torneos, en otras no, pero también cuento con una familia increíble que me apoya cuidando de él.
He retomado mi faceta de jugadora con apoyo de Daniel, quien también ha sido una ayuda clave para que yo siga con una de mis grandes pasiones, el deporte. He tenido la oportunidad de ser seleccionada nacional de tochito, viajar a torneos internacionales, este año mi próximo torneo es a Holanda.
Estoy contenta de seguir sumando logros en mi vida pero este año será un poco más difícil, porque implica separarme ahora también de Pablo. Y es así como mi vida transcurre y voy haciendo que valga la pena vivirla. /////