¿EN DÓNDE ANDAN LOS HIPPIES?

Por Dona Wiseman

 

 

La cultura hippie tuvo su origen en los años 60.  Ahora los hippies tienen alrededor de o más de 70 años en general.  En el año de Woodstock yo apenas tenía 12 años, así que los hippies de mi edad serían algo así como los hermanos menores de los originales.  Los hippies ya fueron los adultos del mundo y ahora son los abuelos.  Creo que el mundo es mejor debido a la presencia y la influencia de lo que representan los hippies.  Pero ya son grandes y…

Fueron creciendo, estudiando, trabajando, casándose, teniendo hijos.  Siguieron escuchando música (la mejor de toda la historia, en mi opinión), haciendo música, vistiendo jeans, valorando la informalidad, identificándose con colores y flores, buscando refugio en la naturaleza, teniendo ideas liberales (heredados de sus hermanos mayores de la generación “beat”), buscando igualdad.

En Tepoztlán, y otros lugares de México y el mundo, se han reunido muchos hippies viejos.  No los he entrevistado, pero sí observo y concluyo cosas.  No creo que mis conclusiones sean la verdad, solo son lo que mi percepción me permite ver.

Quizás pensaríamos que los hippies habrían terminado siendo personas felices.  Algunos lo son.  Los dos que están al frente del café jugando ajedrez en una mesa pequeña y platicando animadamente se ven felices.  La señora que lee en la mesa de la entrada, con los pies en el escalón que da a la calle, también se ve feliz.  Pero el señor de cola de caballo blanco se ve molesto porque, aunque logra que le presten uno y varios celulares para hacer una llamada, la llamada no entra o los celulares no funcionan.  Pienso que no ha logrado combinar su estilo de vida con la satisfacción de necesidades en el diario.  No sé.  Contemplo cómo es que todos estos hippies (hay como 6 en este cafecito muy pequeño) han escogido vivir aquí.  Sus conversaciones me avisan que pasan tiempo en varios lugares.  También me doy cuenta al escuchar, mientras escribo, que algunos tienen muchas quejas y mucha negatividad.  Uno intenta sacarle plática a una chica muy joven que obviamente no desea la atención de él.  Él mismo habla en voz muy alta e interrumpe las pláticas de otros.  Los demás hippies no parecen aceptar su presencia de buena gana.  Quizás sea el “hermano incómodo”.  Hablan de un enfermo y las quejas traen un lenguaje fuerte y muy negativo y las voces ya no suenan a “haz el amor y no la guerra”.  Me pregunto dónde estarán sus familias.  Imagino que viven de su jubilación (sí, no nos hagamos tontos, los hippies, en su gran mayoría han sido parte de la misma estructura que tan fuertemente critican).  En México su jubilación les rinde más.  Y aquí están.  Algunos.

En los años 60 buscaron librarse de estereotipos sociales, limitantes, ropa ceñida y ropa interior, estructuras, “el establecimiento”.  La estructura fue afectada para bien, creo yo.  No se compusieron del todo la sociedad, los gobiernos, las industrias, la economía.  El mundo sí se hizo un poco más consciente, un poco más humano, un poco más despierto.  Y sí, hay quienes se quedaron en la queja y la demanda, sin poder resolver ni la vida propia.

Quiero pensar que hay “hippies logrados”, esos que se han ganado una vida tranquila y a la vez activa.  Esos que han sido fieles a sus convicciones porque de hecho formaron convicciones sin caer en simplemente seguir ideales (o la fiesta), convirtiéndose en una especie de borregos y que no lograron vivir lo que predicaron.  Esos logrados que determinaron una vida jugando ajedrez en un café, pintando en las faldas de una montaña, leyendo en el balcón de una casa antigua, recogiendo vegetales de la huerta que sembraron a atendieron.  Los hippies que comprendieron que la paz comienza dentro de cada uno de nosotros.  Quiero pensar…

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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