Por Vero Barreda y Blanca Garza
Cuando recibimos el mensaje de NES comunicando que el tema de la revista impresa sería “la felicidad”, nos volteamos a ver y la pregunta fue: ¿Cómo abordaremos el tema? De qué felicidad hablaremos en un mundo en donde la mercadotecnia vende felicidad hasta en una bebida gaseosa embotellada.
Felicidad es una de las palabras más usadas en el mundo entero y menos practicadas. Es el deseo más ferviente de todos los seres humanos; nos atrevemos a decir que se nos va la vida en el intento de alcanzarla.
Seguido escuchamos frases como “yo sería feliz si…” añadiendo una serie de condiciones para abrirle la puerta a la felicidad y dejarle entrar a nuestra vida. Sería interesante realizar una encuesta y checar qué porcentaje de los humanos reporta ser feliz. Quizá nos sorprendería ver como todo el tiempo estamos necesitando cosas para lograr ese estado de plenitud.
Acudiendo a la raíz etimológica de la palabra en cuestión, encontramos que viene de la raíz latina felix, felicis, que significa fértil, fecundo. Entonces pudiéramos decir que es un estado en el que se genera vida en abundancia. De este modo, el concepto se aleja de llenarnos de cosas, más bien es algo que viene de lo más profundo de nuestro ser. Podríamos atrevernos a decir que es el encuentro amoroso con nuestro ser más que con los factores externos al mismo. No es posible definirla con precisión, sin embargo, es posible detectarla a través de los sentidos. Pareciera que cuando logramos vivirnos en ella, damos las mejores respuestas abrazando nuestro presente. Conectamos con la madre tierra saboreando todo lo que nos ofrece en gratuidad, hay un permanente agradecimiento y las expectativas desaparecen dando lugar a la capacidad de dejarnos sorprender por lo que venga.
Facundo Cabral dijo alguna vez: “necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco”. Esas palabras nos llevan a concluir que es en el descubrimiento de lo mucho que somos donde pudiera esconderse el preciado tesoro de la felicidad. Definirla sería imposible como imposible es pretender que todos la experimentemos de igual forma. Quizá podamos acariciarla cuando comencemos a saborear la vida en vida.