Por Cristina Aguirre
Impresionante la densa carga decembrina y como es navidad y sé que te encanta, hablaré en estrofa y rimas.
Entre fiestas, eventos, trabajo y casa pareciera que más parentesco tengo con Scrooge que con Santa.
Veo las posadas como una fuerte amenaza, que se reúnen e invitan como si no hubiera un mañana.
Soy testimonio del proceso mágico, en el que comienzo de treinta y termino de sesenta y tantos.
Ya, es broma. En serio entre más edad alcanzo más exhaustivo pareciera este festejo y no soy “tan Grinch” me gusta la navidad pero el proceso para llegar al veinticuatro de diciembre, pareciera más un tributo a las fiestas que no se hicieron durante todo el año.
Y como todas las posadas son importantes, con los hijos se vuelve un maratón ya que son posadas con niños, sin niños, con los papás de los niños, las amigas y los amigos del marido.. ¿alguna excepción?
Me siento cansada y casi a punto de acudir como emergencia al mercado de cirujanos o lo que sea que quite estas ojeras de interminable cansancio. Todavía no llega el fin del mes y pareciera que mi cabello está más quemado que mi primer intento de arroz tatemado.
¿Y sigues rimando? El espíritu en ti, no se ha esfumado.
Sinceramente si vieran con la Ilusión que puse el pino, tarareando Rodolfo el reno no podrían creer la cara con la que hoy escribo.
“¡Naaaavidad naaavidaaad! ¡Vamos niños canten conmigo! Vamos a hacer galletas” (primera semana). Segunda semana, aún con voz jubilosa, “vamos a hacer pastel y no olviden poner en el refri recordatorio: “zanahorias para renos”. Tercera semana: oigan ¿y si hacemos caldo de pollo para la digestión?
Me organicé bien y desde noviembre mandamos carta y el polo norte hizo lo que le tocaba, cosa que me preocupa ya que ahora los tres cambiaron de opinión; y yo atrás casi que como voz interior convenciéndolos que lo que pidieron en un principio era su mayor ilusión.
¿Y sigues leyendo en rimas ? ¿Ves que te encanta?
Me pasó como a aquellas mamás que el mero día de la piñata la hermosa bendición se puso creativa, cambiando el tema por lo que vio en la tele ese mero día.
Veo la cara de mis hijos súper emocionados por los regalos y yo atrás con mi discurso de: “¿si saben a quién festejamos?” (Que mal me hubiera caído esto hace algunos años).
Por la noche escucho cuetes y yo… Querido vecino, festejo que seas rimbombante, pero tus cuetes los encuentro realmente estresantes. Conservemos el júbilo esta navidad o al número de policía ambiental voy a tener que marcar.
Y resulta que cuando aparece el duende mis dos niños grandes festejaban con alegría pero la chiquita no lo entendía. Y en estruendoso llanto me señala: “… pooor tu cuuuuulpa ! ¡Se metió el duende a la casa por tuuuuu culpa!”
Y yo con cara de… ¿qué no era un momento de alegra?
Puedes dejar de rimar, si quieres.
Pues si con tanta correteada se me olvidó que no le había platicado que función tiene el duende. Bueno el pobre duende más regañado que nada ocasionó que la más chica estuviera realmente estresada. “¡Pero a ver niños! Que es lo importante? ¿Que van a dar? ¿Como vamos a empezar el año que entra? Qué propósitos y que vamos a….. “suelta tu hermana porfavooooooor!”
“¡BASTA! su duende se va de volada que recibimos un telegrama que necesita ayudarle a santa …”.
Abrupta casualidad cuando la de tres soltó su súper primer palabrota… y ya había mandado lejos al duende a una misión nada corta. Sigamos cantando y leyendo cuentos con rima y prosas con júbilo navideño disfruto la navidad a través de ellos, desde poner el pino, y alimentar a los renos.
No les quitare la ilusión de recibir regalos pero seguiré intensando de quien es al que estamos festejando. Enciendan el pino, apaguen las luces que también tengo mi carta. A ese ser barrigón, le pienso dar lata… que nunca mis hijos dejen de creer en la magia.