Por Lorena Salas
Quisiera ser esa hoja
Aparece el invierno con su imprevista frialdad desafiando y acechando a quienes lo retan con su fulgurante y confiada calidez.
Mientras se aproximan hacia mí los gélidos vientos, me mantengo firme y serena cual esa hoja terca pegada a la solitaria rama.
Tal vez quiera quedarme así, quieta, apacible y congelada, esperando que un rayo de sol ablande mi corteza y me acompañe en mi fiel danza junto con las otras hojas que se tambalean al compás de su propio ritmo.
Quisiera ser por siempre esa hoja desafiante que se impone firme ante las otras que se muestran frágiles a punto del abismo.
Quisiera poder soportar como esa hoja cada una de las caprichosas estaciones y salir por siempre victoriosa, ilesa ante cualquier cambio inesperado que la desafía con tumbarla.
Quisiera estar siempre ahí como esa hoja, visible ante los ojos que se asombran por su tozudez, sirviendo al menos como ejemplo de tenacidad, fuerza, valentía y firmeza.
Quisiera estar por siempre así, como esa hoja llena de vida y convicción reclamando su derecho a estar donde le pertenece, retando al tiempo y todos sus designios, retando todo cuanto pasa frente a ella, retando lo desconocido y retándose a la vez a sí misma una y otra vez.
