Por Liliana Contreras
No recuerdo cómo ni en qué año lo hicimos por primera vez (antes del 2009, según mi correo electrónico), pero para mis amigas y para mí se convirtió en una tradición cerrar el año con una profunda reflexión de aquellos 365 días que dejábamos atrás. No siempre en diciembre, a veces en mayo, otras en agosto, cuando se acomodara un cumpleaños o la típica pijamada.
Primero, se trataba de plantear nuestros propósitos para el siguiente año. Planear juntas un negocio que nunca abrimos o dedicar una reunión anual a clarificar los términos de propósito, meta y objetivo (con tal de que una de nosotras se animara a planear algo). Las preguntas iniciales eran las más comunes: cómo te visualizas dentro de 3, 5, 10 años, hasta llegar a elaborar un formato para la reunión. Nos turnábamos para formular las preguntas o la dinámica que nos ayudaría en la reflexión y, aunque actualmente no lo hacemos de manera tan precisa, por la llegada de los maridos y los hijos, seguimos reuniéndonos para compartir un rato al final de cada ciclo.
Hubo una ocasión que respondimos las preguntas que Denise Dresser propone en su libro “Gritos y susurros. Experiencias intempestivas de 38 mujeres”, el cual leímos apasionadamente:
¿Qué te ha tomado por sorpresa?
¿En qué momentos y frente a qué circunstancias te has sentido poco preparada?
¿Qué ha sido aquello que ha constituido un reto inusual y desconcertante para ti?
Y aunque no somos ni Beatriz Paredes, ni Elena Poniatowska, creo que es un ejercicio que nos ayuda a empatizar, y sanar, encontrando en la lectura y la escritura la energía para lo que sigue.
La primera vez que respondí estas preguntas, no tenía hijos. Mis respuestas distan mucho de lo que en este momento me viene a la mente cuando las leo, porque ha sido a través de mis hijos que la vida se ha convertido en un remolino imparable que me sorprende, me reta, me frustra, me hace sentir en ocasiones que nada de lo que hago es correcto, me asusta, me causa incertidumbre… me mueve. Eso es lo más importante, que son precisamente las cosas que nos llevan a este límite de emociones, las que nos orillan a tomar decisiones, a buscar alternativas, a hacer las cosas de una manera diferente.
Las invito a responderlas. Escríbanlas en un papel y mándenme la foto. Escríbanlas en los comentarios de este post. Mándenlas a mi correo electrónico en un audio y veamos lo similares que somos en el fondo.