CURANDO HERIDAS

Por Clara Zapata Tarrés / La Liga de La Leche A.C.

 

Cada palabra, cada gesto de ternura, cada sonido de tu voz, cada vez que haces una travesura y te sinceras, cada noche que respiras junto a mí, es mi oportunidad de sanar… Agradezco a la vida porque hoy cumples 8 años y este texto es para ti, María José…

 

Puede ser que tengamos embarazos completamente sanos y que todo vaya como lo planeado. Sin embargo, en general es una etapa con bastantes incertidumbres y más cuando ya tenemos a nuestros cachorros en brazos. Muchas visualizamos un parto natural, quizás con o sin anestesia, con las experiencias vividas, con lo que nos contaron, con lo que vivió nuestra propia madre con nosotras, con lo que nos contó nuestra amiga y con lo que deseamos. Y como ya lo he dicho algunas veces, creemos que nuestros médicos sienten y piensan igual que nosotros o por lo menos, que sus metas se acercan… Y, no siempre es así. La vida se encarga de enseñarnos y mostrarnos los tonos que puede tener un nacimiento.

En las experiencias que hemos tenido en La Liga de La Leche suele suceder muy a menudo que nos llaman las familias que han decidido amamantar justo unas horas después del nacimiento de sus bebés. Por otro lado, algunas encuestas nacionales también mencionan que los principales problemas de lactancia comienzan al nacer los bebés. ¿Por qué? ¿Qué sucede en esos momentos para que comiencen las dificultades? Hay varias respuestas. Aquí, algunas.

Efectivamente, planeamos un parto natural que pudo terminar en cesárea o que tuvo sus dificultades y no pudimos tener a nuestro bébé inmediatamente. Tal vez tuvimos una complicación como preeclampsia, trombosis o diabetes gestacional o nos pusieron más anestesia y quedamos adormecidas; tal vez todo salió bien pero nos separaron de nuestro bebé por protocolo hospitalario o “por si acaso”. Y ahí, después de unas horas en recuperación, de algunas otras en trámites, y de otras más por otras razones, esperamos con ansiedad a nuestro cachorro que no llega y tarda y tarda… Preguntamos ¿por qué? ¿por qué?… y las respuestas vienen como si nos infantilizaran, como si fuéramos tercas y estuviéramos haciendo un berrinche. Van desde: ¡Es el protocolo del hospital!; ¡Señoraaaa, descanse!; ¡‘Mamita’, no se preocupe!; Hasta: ¡Lo vas a tener toda la vida… aprovecha ahorita que puedes descansar unas horas!. Y así, puedo continuar… Y pasaron las horas, y le lavaron el estómago, y le dieron suero glucosado, y le dieron un poquito de fórmula en biberón y… quiero amamantar. No me estoy burlando, estoy describiendo lo que en la realidad sucede. Y es una desgracia. Y no tengo la respuesta más que enfatizar en que tendríamos que hacer un equipo entre todos para que podamos cambiar esta realidad.

Algunos de nuestros bebés fueron campeones de lactancia y supieron esperar, succionaron de un plástico, recibieron glucosa, esperaron otro poco y pudieron succionar de nuestro pecho con valentía y con todo su instinto; otros no. Y llegaron algunas dificultades como: no se puede agarrar, se agarra pero me lastima, tiene confusión de succión, solo abre la boca pero no sabe ni succionar, duerme y duerme y no quiere despertar a comer y la respuesta más recurrente es que no sale leche, o le damos pero vuelve a pedir cada hora. Si no tenemos quien nos ayude o nos informe lo que sucederá estaremos a punto de perder nuestra lactancia. Escucharemos que no importa, que podemos combinar leche materna con fórmula, que es muy importante que coma, que llegando a la casa lo lograremos, que no sabemos, que no tenemos leche, que no nacimos para amamantar, que mientras tengamos visitas podemos dar fórmula por la vergüenza de tener miradas frente a nosotros y tener que sonreír, que nos lo tenemos que “pegar” y “pegar” y “pegar”… Y cuando somos primerizas creemos todas estas afirmaciones. Y siguen las dificultades. Y entonces, ¿qué podemos hacer?

Necesitamos conocer, meternos en el mundo de la lactancia desde el embarazo. Y no solo en algunas páginas o grupos de facebook. Si tenemos grupos de apoyo en nuestra localidad, no dudemos en participar. No solo para crear relaciones de amistad que sin duda, son muy importantes y nos ayudan enormemente en estas etapas; ir a los grupos de apoyo sirve para mirar cómo se amamanta, para aprender cómo succiona un bebé y cómo lo carga su mamá; sirve para conocer las experiencias positivas en situaciones complicadas como por ejemplo el gran papel que puede jugar un papá/pareja/familiar en un parto difícil o cuando la madre tuvo algún problema dentro del quirófano- cómo él puede ser la incubadora del bebé, cómo puede él dialogar con médicos y personal de salud y tener la lucidez y firmeza en un momento delicado-; sirve para saber que todo puede ser más fácil con información a la mano, con la empatía y la escucha de una Líder, con los brazos de una compañera que amamanta; sirve para saber que hay mitos que ni siquiera conocíamos y que podemos confiar en nuestro instinto, en nuestro deseo, en nuestra pasión.

Y a la hora de llegar nuestro bebé a nuestros brazos sirve para aprender quién nos puede ayudar en esas situaciones antes descritas. Si estoy adormilada, no necesariamente se tienen que llevar a mi bébé; si dialogué con mi ginecólogo y mi pediatra antes del parto, puedo saber que serán mis aliados, que defenderán mi derecho a amamantar a mi bebé, sin excusas ni miedos. Sabré que dejarán por escrito en la hoja de indicaciones, que NO pueden dar fórmula y que en todo caso, en una situación de riesgo o que quizás mi bebé es prematuro, podré y aprenderé a extraerme mi propia leche. La fórmula se verá como lo que es, un medicamento/alimento en casos especiales y mi último recurso. Sabré que puedo contar con una persona que me ayudará con el agarre para evitar grietas, sabré que para que mi bebé tenga un buen agarre, tengo que revisar que abra muy bien la boca y tenga sus labios evertidos y su cuerpo contra mi cuerpo… sabré que sí tengo leche, que el estómago de mi bebé es del tamaño de una canica y que ese líquido amarillo oro es el calostro que le ayudará a sacar el meconio y le dará miles de defensas para comenzar su vida y continuarla, que puedo darle con gotero o cucharita mientras despierta y se adapta a este mundo a veces muy violento. Sabré que mientras esté mi piel con su piel todo será milagroso y que mis hormonas comenzarán a multiplicarse para dar y recibir cada vez más amor y para producir la leche; que no necesito complementar, que dar a libre demanda y sin horarios sí es efectivo, que no necesito que duerma por horas y horas, que soy su mundo más pacífico y cercano, que soy su todo y que sin mí, estará triste, pero conmigo será enormemente placentero para los dos…

Comenzar la vida de estas maneras no es tan fácil pero en dado caso que tengamos que pasar por ello, sabemos que podremos confiar en nosotras mismas con el apoyo de los que están junto a nosotros, sabemos que nos protegerán y defenderán. Y así, podremos comenzar a curar las heridas, logrando que las cicatrices permanezcan para recordarnos que podemos sanar, una y otra vez. Perdonando, perdonándonos, sanando pero sin olvidar. Y siempre, reconociendo que nuestros bebés son los que nos ayudarán a lograrlo.

Clara Zapata

Soy Clara, etnóloga chilena-mexicana. Tengo dos hermosas hijas, Rebeca y María José, con Joel, mi regiomontano amado. La libertad y la justicia son mi motor. Creo plenamente en que la maternidad a través de la lactancia puede crear un mundo más pacífico y equitativo y por eso acompaño a familias que han decidido amamantar. Amo la escritura, la cultura y la educación.

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