Por Dennis Charles
La manera en que nosotros fuimos educados, puede determinar la manera en que educamos a nuestros hijos. En ocasiones funciona y en otras no. La razón es porque los niños de ahora viven en una sociedad trasformada y complicada, lo cuál es un reto enorme para los padres de hoy; quienes se enfrentan a los obstáculos de la falta de tiempo, el tener que salir a trabajar y el vivir corriendo porque los días parecen cortos.
Nuestros hijos están careciendo de oportunidades para aprender habilidades que los llevará a ser competentes cuando sean adultos; los hijos están pasando demasiado tiempo en tablets o frente al televisor; estos niños están siendo abandonados y se les niega lo más importante que ellos necesitan: el amor y el tiempo de sus padres.
Hay hogares completamente autoritarios, en donde los padres establecen las reglas y sus consecuencias por no cumplirlas. En estos hogares podemos encontrar orden y control; las cosas parecieran funcionar, pero los niños no se sienten libres y tienen miedo de fracasar; los niños cumplen con las demandas de los adultos para evitar un castigo o para recibir una recompensa; pero no están desarrollando habilidades de vida; no aprenden a solucionar problemas y se hacen adictos a la aprobación de los demás. Los adultos simplemente les dicen lo que deben de hacer, sin que ellos tengan la oportunidad de elegir y aprender de sus errores.
Por otro lado, hay hogares permisivos; los padres no logran establecer ningún limite y los niños tienen mil opciones; tienen mucha libertad pero no orden. Estos niños adquieren conductas de chantaje y manipulación; su libertad no tienen límites. Al igual que el estilo autoritario, los padres no logran conectar con sus hijos y no les ofrecen ninguna oportunidad para que aprendan habilidades para la vida.
En ocasiones, los padres pasan del estilo autoritario al permisivo, y luego vuelven a regresar al estilo autoritario. Pueden pasar toda su vida de un lado a otro y nunca encontrar un equilibrio. Pero este equilibrio sí se puede lograr si empezamos a adoptar un estilo basado en la firmeza y en la conexión al mismo tiempo. Para encontrar este equilibrio, tenemos que hacer un gran cambio y eliminar los castigos y recompensas, establecer límites en conjunto con nuestros hijos y junto con ellos, buscar la solución de los conflictos ya que los errores son grandes oportunidades para aprender.
La Disciplina Positiva es el punto de equilibrio, es el puente que nos llevará a transformar las malas conductas en habilidades para la vida. Pero para esto, los adultos necesitamos una transformación completa para así poder empoderar a nuestros hijos. Disciplina Positiva es una metodología que no involucra ni castigos ni recompensas; tampoco es permisiva, busca el establecimiento de límites pero involucrando a los niños; se basa en el respeto mutuo y en un enfoque de solución de problemas. Unas de sus ideas principales es hacer que los niños se sientan tomados en cuenta; conectar antes que corregir y en el modelamiento de habilidad y cualidades.