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MAMIS PEDERAS

Por Elena Hernández

A ver, en serio, ¡ya párenle! Necesitamos que los niños se aburran, déjenlos que se coman los mocos, que caminen descalzos y jueguen con la mugre de sus pies, que se llenen de tierra la cabeza por las revolcadas en el jardín, que jueguen con el agua y el lodo, que junten caracoles y cochinillas, que atrapen palomillas, que se trepen y se avienten de la rama del árbol, que se astillen los dedos y se raspen las rodillas, que se coman ese chocolate gigante y rían como locos toda la tarde sin parar.

La infancia se esfuma en un abrir y cerrar de ojos. Necesitamos que aprendan a hacerse responsables de sus actos, sus errores, sus decisiones; que se equivoquen, que hagan su tarea bien fea. ¡Por Dios! Déjenlos en paz, nadie está hostigándolos más, estresándolos más, ahogándolos más que nosotras mismas encima de ellos cada minuto para que sean “perfectos”.

¿En serio? ¿Ustedes creen que la maestra no se da cuenta que ustedes les hicieron a tarea? ¿Cuándo van a desarrollar los pobres niños sus propias habilidades, a mejorar su letra, a descubrir sus talentos? si nosotras prácticamente les hacemos todo. Tenemos que dar un paso atrás. Reconsiderar que es lo que queremos para ellos. ¡Despierten! El mundo no es así. Y nosotras no somos eternas. Un día ellos van a tener que enfrentarse a las vicisitudes de la vida, a lidiar con las personas difíciles, con las que nunca los hemos dejado convivir porque mejor hacemos el grupito de amigos que no son “niños problema” porque ¡ay no, qué flojera! Siempre se están peleando, en lugar de fomentarles el respeto, la tolerancia, la empatía.

Dejemos que se esfuercen por conseguir esa nota, la que puedan. Dejemos que sean ellos quienes vengan a pedir ayuda, cuando ya buscaron una y otra forma de resolver un conflicto y no pudieron, y entonces acudan a mamá y papá para pedir consejo o apoyo. Nadie les va a resolver nada allá afuera. Serán inútiles, débiles, parcos, manipulados, sin un sentido de lo que son, de lo que quieren, de lo que realmente a ellos les apasiona, y no el reflejo de las frustraciones de mamá y papá. Dejemos de manosear la forma en que sus maestros los guían, que si es mucha tarea ¡pobrecito!, que si no tiene tarea ¡que pérdida de tiempo! Que si esto que si lo otro, basta también de meter las narices donde no nos llaman, dejemos que los docentes hagan su trabajo. Y no, no tiene su profesor que explicarte a ti, mamá, de qué se trata el proyecto, porque no es para ti, es para tu hijo que está aprendiendo y no, no te está pidiendo ayuda aún.

Ocúpense mamis pederas de enseñarles a sus hijos a pedir una disculpa, a no juzgar al otro, a no hablar a las espaldas de aquel que no toleran, a ser amables, a ser respetuosos, humildes, disciplinados, amorosos ¡Los valores, hombre! Esos que traemos por los suelos en estos tiempos, esos de los que hoy carece nuestra sociedad tan metida en donde menos debe y descuidando lo que más se quiere.

Elena Hernandez: Nací un soleado día de abril, hace casi 36 años, la mayor de una familia que parece común pero no lo es tanto, llena de personajes interesantes como seguro cada familia tiene los suyos. Arquitecta de profesión, madre de corazón y soñadora por convicción. Hoy dejo la puerta entreabierta para que te asomes un poco a mi mundo, mis vivencias, mis alegrías, mis penas, y descubras conmigo este pedacito de mí antes de que se esfume con el viento.
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