Por Dona Wiseman
Ayer le prometí a una mujer que fue compañera mía en preparatoria que haría todo lo que estuviera en mis manos en el tiempo de vida que me queda para curar un mal generalizada entre mujeres, el autoconcepto negativo que nos plaga. Existe una cantidad muy grande de niñas y jóvenes y mujeres mayores que nos desesperanzamos al mirarnos en el espejo, porque lo que vemos no corresponde a lo que consideramos que deberíamos ver. Es una enfermedad, aparentemente sin cura, que aflige a más mujeres de las que puedo contar. Algunas intentamos resolver su enfermedad con dietas, programas de ejercicios y hasta cirugía. Algunas buscamos ropa, estilos y colores que tapan y esconden las partes de nosotras que menos nos agradan, o que francamente odiamos.
Ayer mi amiga posteó una foto de ella misma en preparatoria. Ella miraba su foto y su diálogo interno era uno que conozco muy bien: Cuando tenía esa edad me consideraba gorda y fea. ¡Qué alguien me explique! ¿Gorda de dónde? ¿Fea de dónde? Y somos las mismas mujeres que a la edad que tenemos ahora, en este caso algunos 40 y tantitos años después, seguimos haciendo exactamente lo mismo. Parece ser una enfermedad incurable. La chica de 27 años que insiste en operarse la nariz porque nunca le ha gustado. La atleta de 31 años que jura que tiene abdomen abultado y no puede jugar en licra corto porque tiene “célula grasa”. Una se quita las cejas y otra se las tatúa. Una mujer con sobrepeso baja los 15 kilos que traía demás y le sigue otros 10 kilos más. “¡Qué flaca estás!” se ha vuelto un cumplido en vez de una alerta de salud.
Si te estás preguntando si estoy enojada, la respuesta es sí, y mucho. Estoy molesta por la existencia de una enfermedad que nos tiene presas. Algunas me dirán, “Yo no.” Y yo les diré que si declaran lo opuesto, “Así soy y a quien le guste bien y a quien no pues ni modo”, sigues presa. No tendríamos que hacer una declaración de ningún tipo.
¿Qué criterio usamos para determinar si estamos bien o no? En efecto tenemos todo un sistema de medios, moda, Hollywood, cánones de belleza, expectativas, valores y tanto más. Creo que la cura, la respuesta, están en realmente ser las rebeldes que queremos creer que somos y verdaderamente cambiar nuestro sistema de creencias.
¿En qué momento estaremos bien? Si a los 18 años, hermosas como éramos, no estábamos bien, a los 60 y córrele con arrugas, canas, celulitis, grasa abdominal, juanetes, callos y chichis caídas, pues mucho menos. Y sin embargo cada una de nosotras tenemos ciertas personas en nuestras vidas que nos dicen constantemente que somos hermosas, y no solo que tenemos “un alma hermosa”, sino que físicamente somos bellas, fabulosas. Y así hemos pasado la vida. Escuchando una cosa y creyendo otra. ¿Qué pasa por mi mente cuando alguien me dice que soy guapa, atractiva, hermosa? ¿Le creo? ¿Pienso que tiene intenciones escondidas? ¿Cómo cuáles? ¿Creo que está urgido? ¿Creo que cree que yo estoy urgida? ¿Es mujer y creo que quiere quedar bien conmigo? ¿Creo que me está intentando levantar el ánimo, y por eso me tiene que mentir? ¿Yo hago eso con las demás mujeres, o si les digo que están hermosas es porque realmente las veo así? Y de una vez por todas diré que Yalitza Aparicio es una mujer hermosa.
Ah, ¡ya encontré la causa de nuestra enfermedad! No podemos ver la belleza. En este momento estoy cayendo en cuenta que parece que la presencia de la belleza nos causa conflicto. No estoy hablando de gustos. No todo arte, estilo, hombre, comida, vino, moda, color o lugar me gusta, por más fino y/o caro que se supone que sea. Quizás sea cierto que la belleza está en los ojos de quien la mira. Pues pobre de mí que mi visión está tan estrecha, tan estrecha, que no puedo mirarme al espejo y verme fabulosa. Nos hemos contagiado de un virus o una bacteria o una locura que nos ha cegado de autodesprecio, y ciertamente de un juicio durísimo con las demás mujeres al igual. No solamente las mujeres padecemos de este mal. Creo que los hombres igualmente están contagiados y han sido piezas claves en el desarrollo y el contagio de tan perniciosa enfermedad.
Esta enfermedad no se cura fácilmente. Será un largo proceso. Alguna vez leí los resultados de una encuesta en la que preguntaban a las mujeres de distintas razas qué calificación se daban en la escala de lo que significa ser atractiva. Los resultados (como los recuerdo ahora) fueron que las mujeres caucásicas de raíces europeas se calificaban con 6, las que tenía sangre de raíces latinas con 7, y las de raza negra con 9. No sé qué tengan las negras en su sistema de creencias, pero yo quiero más de eso. Tienen razón. Son fabulosas. Y las demás igualmente lo somos.
¿Qué necesitas para saberte fabulosa?
¿Por cierto, ya te fijaste que los calzones de Bridget Jones y los de Marilyn Monroe eran iguales?
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Dona, te leo y agradezco. Es muy alta la vara con la que se nos enseñó a medir nuestra apariencia y la de quien se encuentre en frente. Ser bella es parte de la aceptación social, es en muchos casos la tarjeta de presentación, no debería de ser así, sin embargo en general así funciona. Lucho, por que el estereotipo no me coma y por ser la mejor versión de mi, vista desde un esquema más relajado, sano, alegre. Más yo y menos lo que esperan los otros. Trato de enseñarle esto a mi hija y disrfutar plenamente los años y su paso por mi cuerpo. Un abrazo.