Por Dona Wiseman
Iracunda, orgullosa, vanidosa, envidiosa, avariciosa, miedosa, golosa, lujuriosa, apática, perfeccionista, histérica, falsa, depresiva, apegada, dudosa, dispersa, narcisista, floja, insegura, desorganizada, arrogante, distraída, gritona, infantil, rígida, demandante, suspicaz, grosera, desordenada, enojona, valemadrista, tragona, obsesiva, compulsiva, dramática, desconectada, fría, despistada, altanera, acelerada, pazguata, mandona, incapaz, ausente, invasiva, hipocondriaca, juiciosa, criticona, necesitada, chismosa, irresponsable, incumplida, inapropiada, desubicada, naca, irrespetuosa, tacaña, cruel, impositiva, sentida, hipersensible, prepotente, presuntuosa, huevona, exigente, irrealista, fantasiosa, negativa, gastalona, metiche…
¿Le sigo?
Tengo cualquier cantidad de estas características. Tú también. Repito: Son características. Más aún, son rasgos. Nuestros rasgos de carácter no se quitan. No vamos a ser de otra manera. No tenemos defectos que tenemos que corregir. Tenemos vida que vivir. Si me concentro en corregirme, no podré vivir. Tampoco se trata de dar rienda suelta a mis “defectos”, afectando mi vida y mis relaciones. Pero no se trata de ser perfecta ni de actuar perfectamente. El mundo te acepta mucho más allá de lo que tú te aceptas. Tú sabes cuales características tuyas te causan incomodidad en tus relaciones y en tu funcionamiento y tu vida. Tu vida y tus relaciones son imperfectas. No hay tarea de perfeccionar, ni corregir. ¡Repito! La tarea es vivir. ¿Confundida?
Vivir tiene que ver con ser. Tiene que ver con la auténtica expresión de quien soy en el mundo. ¡Ojo! No se vale el así soy y ni modo. Yo sé que soy desordenada y que de la casa al aeropuerto ya no sé dónde dejé los boletos de avión, o me acuerdo de que se me olvidó empacar calzones. ¿Qué necesito hacer para eficientizar? Encargarle al marido los boletos y comprar calzones en Cancún. Yo sé que soy distraída y no escuché lo que dijiste. Te digo, “Una disculpa, me distraje, ¿puedes repetir por favor?” Yo sé que soy floja y busco la manera más fácil de hacer las cosas. Yo sé que tú eres invasiva, entonces yo pongo límites. Tú sabes que yo soy mandona y de pronto me dices, de una manera muy cariñosa, “¿O sea que todo tiene que ser a tu manera?” No somos errores por corregir. No vamos a ser perfectas nunca. Dice un maestro mío que no hay perfección y no hay error. Es verdad.