Por Blanca Garza y Vero Barreda
Hace algunos días me tope con una buena amiga, a la cual tenía tiempo de no ver, y tanto gusto nos dio encontrarnos que en pocos minutos quisimos ponernos al tanto de todo lo que últimamente ha pasado con nuestras vidas. Me platicó que su segundo (de tres niños) fue diagnosticado hace algunos años con una discapacidad motriz que no le permite desplazarse ni realizar la mayoría de sus actividades por él mismo y acompañándose de una gran sonrisa, mencionó lo agradecida que esta de que sus otros dos hijos siempre han sido muy comprensivos y muy “buenos hermanos”.
No pude más que sentir un nudo en la garganta y abrazarla, sin decir una palabra, solo abrazarla. Pero les confieso que el resto del día, y de estos días en quien más he pensado es en ellos, en los hermanos(as) de los niños/niñas con discapacidad.
¿Conoces a alguna mujer que tenga un hijo(a) con alguna discapacidad? ¿Tiene algún otro hijo(a)? ¿Te has percatado cómo ellos se vuelven unos verdaderos guerreros(as), independientes, responsables, pacientes, maduros y hasta más?
Las madres y padres que tienen niños con discapacidad se vuelcan en ellos, especialmente en los primeros años de vida, y es imposible que las 24 horas les rindan para atender a los otros hijos(as) por igual.
Si, son esos hermanos… quienes con escasos años querrán entender porque su hermano(a) necesita más tiempo con mamá que él/ella, y quizá lo pregunten en lunes, en miércoles, en sábado, a lo mejor hasta todos los días.
Si, son esos hermanos… quienes querrán tener más atención con momentos de rebeldía, con actitudes que no parecerán las más adecuadas y hasta haciendo de la crianza un momento complicado y angustioso.
Si, son esos hermanos… quienes se perderán de muchas cosas en su camino, la vida social, las salidas a lugares públicos como restaurantes, cines o casa de amigos, incluso hasta renunciar a algunas amistades en función de cómo éstas reaccionan ante el hermano con discapacidad, y, por el contrario, adquirirán una madurez y una responsabilidad no propias de su edad, y sabremos que no les queda de otra.
Si, son esos hermanos… quienes a medida que sus padres envejecen pensarán en como hacerle frente a la cuestión del futuro de su hermana(o)… ¿quién va a ocuparse de él/ella cuando los padres no estén en condiciones de hacerlo?
Y hoy queremos reconocerlos a ellos por enseñarnos y modelarnos lo que es el amor incondicional. Queremos aplaudir sus fortalezas, ellos desarrollan una mayor confianza en sí mismos que el resto de las familias “normales. Interiorizan mejores valores humanos como la paciencia, la tolerancia, la escucha, la compasión, la generosidad el altruismo, el respeto a la diferencia, la capacidad de superación, el sentido de la legalidad y muestran mayores niveles de empatía respecto a los demás
Estos hermanos encontrarán alegría en cosas pequeñas de la vida y nos enseñarán como se puede celebrar un pequeño logro.
Más no olvidemos que tendrán necesidades específicas, mismas que hay que atender y dar repuesta, que si se les presta atención y ayuda para que desarrollen estrategias de afrontamiento, entonces la discapacidad podrá ser una fuente de enriquecimiento personal y familiar.
Demostrarles todos los días nuestro amor y lo importantes que son. Que no son ni serán los responsables de sus hermanos. Y que el amor que sienten por sus hermanos con discapacidad les ha dado herramientas únicas con las que podrán abrirse camino y abonar a la construcción de la sociedad que deseamos.
Reconozcamos a estos y estas hermano(a)s, los grandes olvidados, como lo que son: UNOS VERDADEROS HÉROES.