Por Cristina Aguirre
Cuando nace la maternidad en una mujer, se convierte en un ser completamente distinto. Siempre habrá una mujer, antes y después de los hijos, la maternidad dota a las mujeres de luz y hasta le da el poder de contar con besos mágicos para curar todo tipo de heridas, pero sobre todo las del alma. La maternidad en todas las edades nos hace GRANDES. La maternidad no culmina si no que cambia, se transforma y en su mayoría adquiere títulos extendidos y de honor como el de “abuela”.
Nunca es fácil, en ninguna edad, siempre será un desafío. Pero quien tiene madre la honra y la valora, porque sabe que incluso en las peores tempestades cuando una madre siente el mundo caer, ni esta fuerza de gravedad la puede detener. Definitivamente ni si quiera lo permite. Porque detrás de ella caminan estos seres humanos, que de alguna manera dependen de ella y aún en etapas de dificultad se sacude y se levanta. Por ellos y para ellos. De ahí se desprenden tantas virtudes:
La fuerza: para seguir de pie cuando todo está derrumbado.
La valentía: de limpiarse a solas las lágrimas para darle a los hijos la mejor cara.
El coraje: para tocar puertas cuando se le cierran a alguno de los hijos.
La entrega: para donar su tiempo completo sin esperar nada a cambio.
La fiereza: para defender los valores con los que se educa a un hijo.
La del perdón: por que ama más de lo que la pudieron haber lastimado.
Las mamas son ese escudo que no se ve, pero los hijos grandes medianos o pequeños saben que lo tienen. Madres de hoy que buscan, que se informan que se alientan las unas a las otras, las que hablan palabras hermosas y limpian hasta mocos ajenos porque entienden que este papel abarca a todos los niños.
Madres empoderadas que confían en su crianza y no juzgan a las demás. Las que entienden que no hay mamá perfecta y que es un labor de crear “adultos enteros”. Y es que es tan importante su papel ya que todo personaje viene respaldado por una madre.
Detrás de un pequeño futbolista hay una mamá abrazando a su hijo cuando no le fue bien en el partido y enseñándole que a veces se gana y que no es malo perder cuando se aprende de ello.
Detrás de una buena o mala nota, hay una madre ayudando y motivando a sus hijos; buscando métodos o alternativas de enseñanza para impulsarlos.
Detrás de una linda princesa, hay una mamá confabulando un cuento de hadas. Rodeando su habitación de cositas hermosas, rosas o plateadas, doradas y moradas para hacerle más fantástica su fantasía.
Detrás del corazón roto de un hijo, hay una mamá con un corazón apachurrado pero aun así busca dentro de sí esta fuerza para ir levantando cada trozo para remendarlo.
Detrás del sueño de un hijo, hay una mamá luchando e impulsando para que lo alcance.
Ella no escucha “tu hijo no es apto”; ella lo hace apto si es el sueño de su hijo.
No es magia: se llama MATERNIDAD
Atrapa sueños, detectora de inseguridades o tristezas… solamente una madre.
No hay madre perfecta. No hay madre que no pierda la paciencia… pero eso si…. no hay madre que no haría lo que fuera por uno de sus pequeños.
Cada vez que veas una mamá: aliéntala, si la ves atareada no la llenes consejos que te funcionaron, apóyala, permítele criar a sus hijos según su instinto. No juzgues su crianza. Pero si acompáñala.
Amo a esas mamás que corren a levantar a hijos ajenos. Las que se fijan si otros niños van cerca de la banqueta o están solos. Dejemos de juzgarnos y comencemos a apoyarnos.
Respetémonos mutuamente porque lo que mejor es para tus hijos, tal vez no lo sea para los de las demás. Y comprendamos que detrás de muchas actuaciones puede haber una situación de la que no sepamos. ¡¡¡Cubramos!!!, ¡¡¡pero cubramos con amor!!!.
Seamos cooperativas entre nosotras. Y si, hecha kleenex extra para limpiar mocos ajenos, o para atrapar lágrimas de una mamá cansada. Puedes ser ese soplo, ese aire que alguna de ellas necesita para levantarse.
Hablemos bien de nuestros hijos pero sobre todo de los ajenos. No expongamos lo que no nos gustaría expusieran de los nuestros. Seamos como este abrazo extendido para incluso los que no sean nuestros.
Ama. Abraza. Entiende y por favor perdona…. que el mundo ya es un reverendo caos para seguir metiendo raíces de cizaña de división y de traumas ajenos a ellos. Y con nuestros hijos, tal vez, si hacemos esta labor diaria, tendríamos la oportunidad de reparar lo que hoy pareciera no tiene solución. Una sociedad y un entorno, menos fracturado.
TENGO LA CERTEZA; de que el papel de una madre es sumamente importante: ya que es prácticamente el co-alfarero de lo que será el siguiente adulto y la siguiente generación.
Así que si llevas el título de mamá llévalo y llévalo con orgullo de que tu trabajo si tiene recompensa…. eres la co-creadora de lo que en un futuro, puede llegar a ser parte de un mundo mejor.
Utópico. Tal vez. Pero, ¿por qué no?