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¿POR QUÉ SEGUIMOS DISCUTIENDO ESTO?

Por Susana López Siller

En días recientes tuve conocimiento de una visita muy peculiar a nuestra ciudad. Un conferencista cristiano, de quien omitiré el nombre porque soy de las que creo que nombrarles les da cierto poder a su mensaje, llegó a la ciudad con una conferencia dirigida a la población en general, donde asegura que la homosexualidad no es más que una moda o una confusión que puede ser tratada. Es decir, que esta persona apoya o fomenta lo que llamamos “Terapias de conversión”. Y por lo tanto asegura, que la homosexualidad es pasajera, moda o en el peor de los casos, una enfermedad. El nombre de la conferencia era “No te confundas” y utilizando las mismas palabras, le digo a quienes han decidido no sólo escucharle sino creerle: No se confundan.

            La homosexualidad, al igual que la heterosexualidad y bisexualidad, se refieren a la orientación sexual de un individuo. Esta se expresa alrededor de la pubertad, cuando el individuo comienza a sentir atracción por cierto género, aunque esta expresión puede darse antes de lo previsto. La orientación sexual de los individuos no representa, en ningún caso, un problema de salud mental. Es simplemente una característica más de la persona, al igual que una persona es alta, chaparra, con ojos verdes o tendencia al acné. La homosexualidad prevaleció como enfermedad en el Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales (DSM) hasta 1973, año en el que la comunidad científica reconoció su error, al pensar que la homosexualidad conllevaba efectos negativos intrínsecos en la persona, es decir, que la persona no pudiera desarrollarse plenamente gracias a su orientación sexual. No existe evidencia científica de que la homosexualidad o la bisexualidad sean enfermedades, a pesar de esto las personas que forman parte de esta comunidad, siguen siendo una minoría en el mundo. Y es por esta condición, la de ser parte de una minoría, y no por la orientación sexual per se, que una persona puede desarrollar ansiedad, depresión o sentimientos de culpabilidad o confusión. El pensar que la homosexualidad es una enfermedad, implica que esta puede tener una cura. Y es aquí donde este tipo discurso puede tornarse peligroso para la comunidad LGBTI.

            Las terapias de conversión sexual o terapias de reorientación sexual, tienen como núcleo la heteronormatividad; y engañan a la población, asegurando que a través de una serie de prácticas y procedimientos, la homosexualidad en un individuo puede ser corregida. Hay evidencia clara de que las terapias de conversión sexual utilizan prácticas inhumanas para esto, basadas en hacer a la persona sentir culpa, vergüenza e incluso repulsión por las conductas o emociones que presentan. Este tipo de pseudo terapias pueden utilizar métodos como lo son electro choques, terapias hormonales y relaciones sexuales sin consentimiento para su supuesto funcionamiento. Y creo importante mencionar, que un gran número de organizaciones e incluso gobiernos que consideran la homosexualidad como enfermedad, son de orientación religiosa. Es decir, distintos grupos religiosos son los que lideran este “esfuerzo” en erradicar la homosexualidad. Y en este punto, creo que queda claro, que fuera de tener evidencia científica válida para llevar a cabo este tipo de tratamientos, lo que tienen es sólo una serie de prejuicios y normas de moral para juzgar la orientación sexual de una persona como correcta o incorrecta.

            El posicionamiento de organizaciones de la salud como lo son la American Psychiatric Association, American Psychologial Association y la Organización Mundial de la Salud, son claras: la orientación sexual de una persona no le incapacita ni le impide desarrollarse plenamente. Es claro que una persona homosexual puede presentar diferentes problemas de salud, al igual que una persona heterosexual. Se pueden presentar enfermedades mentales como lo son la depresión o los trastornos alimenticios. Pero cuando esto sucede en una persona heterosexual ¿Se culpa a su orientación sexual?  ¿Por qué habría de ser diferente entonces con una persona homosexual? Somos seres humanos con estructuras de pensamiento complejas, nuestras posibilidades de ser son infinitas. ¿Por qué juzgamos a algunos aquello que sale de nuestro marco de normalidad? ¿Por qué creemos que nuestras creencias sobre el universo, son la verdad absoluta, y por qué cuándo existe evidencia científica que lo refute decidimos voltear hacia otro lado?

            Me preocupa que vivimos en la era de las pseudo verdades. En donde escuchamos solo aquello que nos interesa escuchar, y creemos teorías sin sustento científico, pero rechazamos aquellas con años de estudio. Existe evidencia de que las terapias de conversión sexual, pueden desarrollar en aquellos que se someten a ellas, sentimientos de ansiedad y depresión. Y que este tipo de terapias contribuyen al ideal de que la homosexualidad es una enfermedad, dando falsas esperanzas a familiares de personas homosexuales, que por alguna razón, creen que su familiar vive de una manera errónea su sexualidad.

            Pareciera poco importante hablar sobre estos temas, dados los avances en derechos humanos de las comunidades LGBTI en los últimos años. Pero debemos aceptar que el discurso anti gay que promueven este tipo de terapias, tiene repercusiones directas en dicha comunidad, tales como la discriminación y en el peor de los casos, la violencia. La homosexualidad no debe verse como una decisión, sino como una condición de vida. En la actualidad, existen 72 países que consideran la homosexualidad como delito, y en 8 de ellos se aplica la pena de muerte en tal caso. La comunidad LGBTI tiene aún mucho camino por recorrer, para que se le garantice las mismas garantías individuales que a otros.

            A menudo, al hablar de este tema, el debate se centra en si la persona homosexual nace o se hace. Y aunque me parece importante que la biología y las ciencias naturales, puedan estudiar todo tipo de fenómenos referentes al ser humano para intentar dar una explicación al mundo que nos rodea; me parece de poca importancia. ¿Qué diferencia habría si se nace así? ¿Qué cambiaría si fueron causales ambientales? No creo que sea necesario entender cada uno de los fenómenos que viven los seres humanos, para comprender que TODOS y cada uno de nosotros merecemos los mismos derechos y respeto por la vida. El rechazo hacia la homosexualidad, fomenta la homofobia. Y en un país, en donde predomina el machismo, en donde hay 76 asesinatos al año por orientación sexual, y que se considera el segundo país de América Latina en violencia hacia el colectivo LGBTI, no podemos permitir que este tipo de discurso siga teniendo lugar.

            Es necesario, si no que PRIMORDIAL, buscar que en las diversas plataformas de comunicación de la ciudad, se fomente el respeto hacia la diversidad sexual; así como se exige el respeto hacia la libertad de credo o la no discriminación por el color de piel. Hoy, en pleno siglo XXI no debería seguir en debate, si los derechos humanos deben considerar sólo a ciertas personas, o si algunas garantías como el matrimonio, le pertenecen sólo a unos cuantos. Espero seamos la última generación que se pregunte ¿Por qué seguimos discutiendo esto? 

Susana López Siller: Mamá de dos, psicóloga, soñadora y feminista. Me apasionan los temas de salud mental, crianza y equidad de género, y cómo puedo aportar desde mis textos a crear una sociedad más justa. Escribir se ha vuelto mi terapia.
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