Por Liliana Contreras Reyes
“…si eligiéramos a nuestros gobernantes por su conocimiento acerca de la literatura, habría en el mundo un poco menos de dolor” (Tomado del discurso de Joseph Brodsky, al recibir el premio Nobel de Literatura).
Asistí a la Feria Internacional del Libro de Coahuila 2019 solamente un día. Aunque me interesaban tres charlas, solo pude asistir a una. Quería escuchar a a Joumana Haddad, a quien no pude ver porque me equivoqué de sede; a Taibo, porque en presentaciones anteriores me pareció ameno y había quedado de verme ahí con mi amigo Marino; y a Javier Sicilia, porque estoy leyendo actualmente su libro “El deshabitado”. Sin darme cuenta, los tres autores tienen un interés por la política, aunque no por ello partidista.
Mis reflexiones y confesiones
Me declaro “agnóstica-política”. Quiero confesar porque no sé del tema y considero este texto solo como una reflexión.
Obtuve mi primera credencial para votar hasta los 20 años, así que no participé en el triunfo de Fox. Estaba en la universidad y creo que sí me emocionó un poco la euforia del momento, aunque no entendía (y sigo sin entender) el asunto político mexicano.
He votado solamente dos veces. Una, cuando perdió Josefina Vázquez Mota; dos, cuando prefería nuevas elecciones a que ganara nuestro actual presidente.
No es que no me interese lo que ocurre, pero detrás de mi voto hay experiencias (después de haber trabajado 11 años en el gobierno) que me han arrastrado al desencanto: me pidieron mi credencial para votar infinidad de veces para entrar al tan conocido sistema de instigación política del Pe Erre I. Me asustaron, haciéndome sentir que, por estar en contra o ausente de esta mecánica, podrían quitarme mi trabajo.
Hay un par de fotos escondidas por ahí en casa de mi mamá, en donde consta que conocí a dos presidentes (las que comparto). En mi ingenuidad de niña, me sentía orgullosa de haber estado en Los Pinos. Ahora, hasta siento más pena que emoción de aquel momento.
¿Dónde se cruza la Literatura con la política?
Retomo mi asistencia a la charla de Taibo.
La expectativa personal era escuchar a un hombre que podría platicarme esto o aquello de la historia de México, para entusiasmarme a leer algo que normalmente no leería. La realidad: ver a mi hijo tomando fotos y haciéndose paso entre los adultos fue más interesante.
Pasaron 20 minutos y escucho una justificación de las decisiones sobre el manejo del FCE. Hasta ahí, digo “bueno”, poner buenos libros al alcance de cualquier mexicano, está bien. Continúo escuchando a un intelectual que trata de convencernos de un gobierno, sea cual sea su ideología y nace la pregunta: ¿hasta dónde un escritor debe ser juez y parte?
Me explico. Pienso en escritores. Pienso que la función del escritor, del poeta, del ensayista, es tomar contenidos de nuestra realidad y desmenuzarlos a través del lenguaje poético, para mostrarnos cuál es su percepción de esa realidad, ejerciendo una crítica objetiva, personal y única. Habrá quien se sienta identificado, quien se sienta ofendido, quien esté de acuerdo o disienta de su interpretación. Pero, el valor de ese texto es, en realidad, mantener su postura ante las exigencias o demandas de los otros.
¿Qué siento cuando un escritor, un literato, me habla de política? Siento que está tratando de manipular mis ideas. No trata de mostrarme su reflexión personal, un juicio crítico del tema. Pienso y siento que, al contrario, usa su “intelectualidad”, su dominio del lenguaje, para convencerme de la ideología partidista.
Quiero aclarar que no me refiero a escritores “de” política. Denise Dresser, experta en el tema, escribe, habla y debate de política y siento congruencia. Escuchaba a Pedro Ferriz desde que iba a la secundaria, porque mi papá y luego mi esposo, lo escuchaban. Cuando se dijo que podría participar por la presidencia de México, me pareció incongruente. Me imagino a autores, como Hinojosa o Rivera Garza, hablándome de un partido y brota la incongruencia. No estoy a favor o en contra de Taibo, estoy en declarada contra de la incongruencia.
Creo que, como dice Brodsky en el epígrafe, la literatura nos convierte en mejores seres humanos. En su discurso, el autor reflexiona sobre esto (lo parafraseo pensando en nuestros escritores): ¿Qué persona que haya leído a Juan Rulfo, a Rosario Castellanos, a Octavio Paz puede enfrentarse a las problemáticas que tenemos en México y ser indiferente al dolor, la injusticia, a la corrupción? Si nuestros gobernante tuvieran ese acercamiento a la Literatura, sí, habría en nuestro México un poco menos de dolor.
La cuestión es: si nuestros literatos se involucran en los asuntos políticos, ¿qué?