Por Mayte Cepeda
Te has preguntado ¿cuántos tipos de emociones generas?
No sé si te suceda como a mí, pero hay ocasiones en las que me he topado con una lista muy variada de estados de ánimo y emociones presentes en un día, incluso en un lapso corto de tiempo: de la risa al llanto, al enojo, a la frustración y luego, finalmente, a la paz total.
¿Sabemos siquiera a ciencia cierta qué significa una emoción?
Según la Real Academia Española, una emoción es una alteración del ánimo, intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de una cierta conmoción somática.
De ahí entonces que las emociones más conocidas y aceptadas son alegría, ira, miedo y tristeza, exactamente las de la película animada que seguro viste más de una vez. Sin embargo, pueden sumarse como emociones la sorpresa, el asco y el amor, aunque el amor se combina generalmente con otras emociones positivas.
A veces me pregunto si es tema hormonal, el hecho de que entro y salgo de una emoción a otra casi sin control y sin percatarme mucho. Cuando eres mujer y te ubicas en una edad o período en el que se pueden juntar muchas cosas, como la falta de descanso, el exceso de actividades ya sean laborales, de casa con o sin hijos o, incluso sociales, de pronto nos podemos sentir abrumadas y pensamos que cada vez se hace más denso ese sentimiento o sensación de que no podemos con todo.
Seguro te ha pasado que andas con el barco de emociones para arriba y para abajo, en desbalance y tambaleo constante y de pronto alguien llega con un mal comentario y todo lo echa a perder, y no porque esa haya sido su intención, sino porque no tenía idea todo lo que veníamos cargando emocionalmente y de pronto ¡pum! Alguien avienta la gota que le faltaba a ese vaso a punto de desbordarse.
Creo y casi me atrevo a asegurar que es muy común que suceda eso. Algunas personas lo sacamos, nos desahogamos y luego ya todo fluye, pero otras, suelen guardarlo. Aquí la realidad es que somos un joyero lleno de gemas emocionales que pueden actuar a favor nuestro, pero también pueden boicotearnos y afectarnos considerablemente.
El boomerang emocional tiene ciertas etapas consentidas para manifestarse, en la vida de un ser humano. Ya hemos platicado en algunas ocasiones sobre lo terrible que puede llegar a ser la etapa de dos años en los niños por lo intensos que podemos llegar a ser. Y luego, nos calmamos y nos preparamos para el siguiente boomerang que se presenta muy comúnmente en la pubertad-adolescencia donde nadie nos entiende y todo mundo confabula en contra nuestra. Y de ahí puede ser que nos apacigüemos un rato hasta llegar a la edad donde las hormonas comienzan a desbalancearse. Y bienvenido un boomerang más.
Con todo esto de las emociones puede ser que determinada situación, ya sea buena o mala, nos deje en un estado alterado y que requiera de control. Y aquí es a donde quiero llegar.
Nadie más que tú misma se va a encargar de regresarte a un estado tranquilo y ecuánime después de haber pasado por una situación que te generó emociones buenas, malas, intensas o, incluso, inestabilidad. Independientemente de que esta emoción haya sido provocada por alguien más, solo tú tienes tus propias llaves para entrar a tu interior, reacomodar todo y volver a la normalidad.
Esta situación se torna difícil y compleja cuando nos la vivimos día a día intentando complacer a nuestro entorno, atendiendo las necesidades de los demás y olvidando un poco las nuestras. Por eso, es importante y super necesario que busquemos ese momento del día en el que nos veamos en el espejo del interior y observemos a consciencia cómo estamos, si necesitamos tiempo para nosotras, si necesitamos recibir o dar apapacho, si necesitamos un ratito para dormir, para reír o simplemente, para no hacer nada y solo contemplar nuestro interior y reacomodar el cuerpo emocional. Date el tiempo, date el derecho, para que todo fluya mejor. ¡Namasté!
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