Por Dona Wiseman
Amanecí con la noticia que el gran maestro, Claudio Naranjo, ha desencarnado. Lo esperábamos en cualquier momento hace ya años. Parecía a veces que estaba agarrado de un hilo. Podría pensar que miraba a su alrededor y pensaba, “Si me voy, éstos van a hacer un desmadre.” No sé si cambió de opinión o simplemente ya tuvo que echarnos la bendición, cerrar sus ojos y disponerse a observar desde otro plano. Hoy he leído muchas veces, “Claudio no ha muerto, sigue viviendo en nosotros.” Pero no. Lo que sigue en nosotros son las nuevas escuelas que hemos formado cada uno de nosotros dentro de nosotros mismos. El conocimiento, que espero algún día llegue a sabiduría, que yo tomé de Claudio, lo tomé como pude y con las herramientas que tuve en el momento. Y sí, nos toca trabajar, ahora sí.
Tomé 12 SAT con Claudio Naranjo. El programa es de 4. Él contaba que las personas de mi estructura de carácter con frecuencia volvemos para asegurarnos de la información que ya vimos. Contó que una vez una mujer quería saber el precio de algo, creo que dijo faja, y pasó por una tienda y miró que había fajas y el costo era tanto. A las cuantas cuadras de haber avanzado le entró la inquietud de no estar recordando bien, y volvió a fijarse de nuevo en el precio. Les puedo contar mil cosas que hago de esa manera pero quizás tomar 12 SAT es el ejemplo por excelencia.
Hace algunos años, en uno de tantos SAT (por cierto SAT es el programa de desarrollo de autoconciencia que Claudio diseñó y sus siglas significan Seekers After the Truth) Claudio interrumpió lo que decía en un momento dado y, con una mirada que yo interpreté como desconcierto, preguntó, “¿Sí están aquí porque vamos a cambiar el mundo, verdad?” Me movió la pregunta y percibí que no todos estábamos allí por las mismas razones. Claudio sí deja huella en el mundo. No llegó a ver la educación como él la soñaba. Hay semillas y desde allí cada una de las personas cautivas de su filosofía y su camino hará ahora su parte.
Cuando parte un maestro tendemos a pensar que se va a perder lo que ha aportado. No funciona así. Si pensamos en la psicología, Freud fue seguido por Reich, Lowen, Pierrakos, Perls, etc. Cada uno hizo aportaciones que permitieron que la psicología avanzara. Claudio heredó de Perls, de Ichazo y de muchos otros maestros. Agregó lo propio en hallazgos y estilos y amor, y particularmente en fusiones creativas de distintas técnicas y filosofías.
Alguna vez escuché a otro de mis grandes maestros decir que cada uno de nosotros (gestaltistas) somos nuestra propia escuela psicoterapéutica. Hay muchos maestros y guías, muy preparados y muy conscientes, quienes seguirán, cada uno desde una trinchera distinta, con el trabajo que impulsó Claudio durante su vida.
Pienso en la clásica imagen del diente de león que define la diáspora. Eso somos ahora. Una diáspora. La compañía teatral al que pertenezco se llama así, con toda la intención de esparcirnos y volvernos a juntar desde distintos lugares. La diáspora se define como: la dispersión de un pueblo o comunidad humana por diversos lugares del mundo y al conjunto de comunidades de un mismo origen o una misma condición establecidas en distintos países. ¿Será que ahora sí, para muchos de nosotros, comienza el verdadero “viaje del héroe”?
Buen camino Claudio. Y buen camino a los héroes de la diáspora.