Por Miriam Valdez
Metamorfosis – nombre femenino
- Transformación que experimentan determinados animales en su desarrollo biológico y que afecta no solo a su forma sino también a sus funciones y su modo de vida; es típica de poliquetos, equinodermos, insectos, crustáceos y anfibios.
- Cambio o transformación de una cosa en otra, especialmente el que es sorprendente o extraordinario y afecta a la fortuna, el carácter o el estado de una persona.
- Del latín metamorphosis, que a su vez se deriva de un vocablo griego que significa transformación. El sentido más preciso de la palabra, por lo tanto, hace referencia a la mutación, la evolución o el cambio de una cosa que se convierte en otra diferente.
Significado de maternidad en el diccionario:
- Estado o circunstancia de la mujer que ha sido madre.
- Mujer que ejerce las funciones de madre.
- Período de la vida de una mujer comprendido entre el comienzo de la gestación, el parto y los meses de lactancia.
Por más que busqué un significado que uniera metamorfosis con maternidad, no encontré más que escritos un tanto subjetivos y personales al respecto. Por lo que me animó a reflexionar en esta fase que viví en el embarazo y que evidentemente no sólo fue durante la gestación, el parto y la cuarentena, sino que fue el parte aguas en mi vida y que supone ser en la de cualquier mujer que haya parido.
Recuerdo bien estar sentada platicando con mi madre de mi nuevo estado. Estaba emocionada, llena de miedos, con toda la esperanza del mundo, en un estado de regocijo interior que jamás se vuelve a repetir. “Mamá, después de parir, qué?” Y ella simplemente contestó: nunca volverás a ser igual, nada volverá a ser igual.
Exageraba, pensé. Todas decían que te cambiaría la vida, que nada volvería a ser igual, que te transforma. Sí, todo eso y además agregaría que te trastorna a veces, que te hace ser lo que no creías que podrías ser: un monstruo, una guerrera, un ser capaz de no dormir 24 horas, un ser angelical, la ternura desbordando, un cuerpo literalmente tasajeado capaz de alimentar a otro, capaz de olvidarse del dolor, de la hinchazón, de las cicatrices, de las heridas, del tiempo y del espacio; con el coraje y el sexto sentido suficiente para ayudar a sobrevivir a alguien tan indefenso. Con los conocimientos innatos para moldear y criar. Todos los matices de los sentimientos, el raciocinio y las emociones unidos en un solo acto: dar vida.
Viví esa mutación durante 9 meses de gestación. Vi mi cuerpo adquirir dimensiones inimaginables. Me sentía en comunión con la naturaleza, más animal que nunca, mujer en toda la extensión de la palabra. Con asombro inicié un camino que tuve la fortuna de recorrer tres veces. ¡Qué sensaciones tan inolvidables! Mis hormonas me llevaban del llanto a la risa, del miedo al júbilo, del cansancio a tener energía para mover todos los muebles; comí lo que nunca creí que podía ser capaz de devorar, y aborrecí tantos sabores que volvería a amar cuando todo pasó.
Cuando llegó el momento del alumbramiento, recuerdo esa pensamiento que me inundaba en cada parto “esto es realmente lo único en la vida que no tiene vuelta atrás, de esto no me puedo rajar.” Podré dejar de ser todo lo que quiera: profesionista, ama de casa, esposa, etc., pero nunca podré dejar de ser madre.
Tenía planes para mis hijos. No sé cuantas cosas pensé y escribí de lo que haría diferente que el resto del mundo, de que yo sí criaría en libertad, en plena consciencia…hasta que parí y todo ha sido completamente diferente al sueño ideal que tuve.
Y aquí sigo, intentando. Decía aquél maestro de pintura que tuve “echando a perder se aprende”. Y sí, así ha sido este maravilloso y sorprendente camino de la maternidad: a prueba y error. Sin duda, la más trascendental metamorfosis que he experimentado hasta el día de hoy.
León
Excelente narrativa, muy buena descripción.